Opinión

¿El Perú en modo Titanic?

Luciano Revoredo

El sostenido crecimiento económico del Perú durante tres décadas nos hizo pensar que era imparable. Pese a que hemos tenido gobiernos y gobernantes corruptos como Toledo, Humala, Vizcarra o Kuczynski, parecía que nada podría pausar el crecimiento peruano.

El año pasado, a poco de iniciarse el gobierno de Perú Libre, Iván Alonso e Ian Vásquez, publicaron un extenso informe para el Cato Institute de Washington. Se titulaba “La prosperidad sin precedentes del Perú en 38 gráficos” y eso era exactamente, un informe con esa cantidad de gráficos sobre todos los indicadores de crecimiento, bienestar, servicios, etc.

Ninguno era negativo, todos habían crecido positivamente a partir de la puesta en marcha de la Constitución vigente. Esa misma que Castillo y sus cómplices quieren reemplazar por otra a la medida de sus delirios estatizantes y totalitarios.

La llegada al poder de Castillo fue por demás accidentada. Denuncias de fraude, violencia, ataques a la prensa, marchas de ciudadanos preocupados por el avance del comunismo y toda una serie de hechos que han de quedar para el anecdotario y la historia del insólito mundo de la política peruana.

Lo cierto es que la instauración de un gobierno de inspiración senderista, aliado de la corrupción y el narcotráfico generó en los primeros días pánico. Salieron del país, según se estima, más de treinta mil millones, el dólar subió, el sol cayó como no sucedía en muchos años y la zozobra se apoderó de muchos.

Vimos como ese país que parecía imbatible se podía derrumbar fácilmente. Sentimos la vulnerabilidad del sistema. La amenaza totalitaria se convirtió en una realidad. Se podría hacer una analogía con aquel mítico Titanic del cual se decía que era insumergible.

Los partidos sectores democráticos, aquellos que van del centro a la derecha no han logrado hasta ahora consolidar una unidad que enfrente políticamente el riego que corre el país. Las marchas de protesta que se han retomado, como iniciando una segunda temporada, tienen que masificarse, tomar un tinte más popular. Nunca más vigente aquello de que las masas se combaten con las masas. Se anuncia ahora la nueva “Gran marcha por la vacancia”, se ha convocado para el 20 de marzo. Los peruanos bien nacidos tienen ese día un compromiso con la patria y el futuro.

Nuestro poderoso Titanic tiene al frente el iceberg del castrochavismo, el narcotráfico y el terrorismo. Estamos a tiempo de evitarlo. Que no sea como en aquella trágica nave que mientras se hundía la orquesta seguía tocando mientras algunos corrían a los camarotes a sacar sus joyas. Es momento de reaccionar, abandonar toda frivolidad y tibieza. No es momento de medias tintas. Cuando está en peligro la patria y el futuro de nuestros hijos no cabe la neutralidad. O derrocamos al gobierno comunista o nos ponemos en modo Titanic.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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