El Estado fallido… el principal enemigo del pueblo peruano
Por: Fernando Cillóniz Benavides

Desde el 1° de enero pasado el Estado peruano cuenta con 13 mil y pico nuevas autoridades: gobernadores, vicegobernadores, consejeros regionales, alcaldes y regidores municipales.
Los gobernadores regionales gestionarán los servicios de salud y educación estatal de 25 regiones, entre otros. Los alcaldes tendrán a su cargo la gestión estatal de los centros poblados; incluidos los servicios de agua y desagüe, limpieza pública, seguridad ciudadana, entre otros.
En este punto nos preguntamos: ¿cómo están los servicios públicos de salud, educación, vivienda, agua y desagüe, limpieza pública, tratamiento de residuos sólidos y seguridad ciudadana, en el país? ¿Acaso no son todos servicios públicos pésimamente gestionados por el Estado?
Ese es el Estado fallido al cual me referiré en el presente artículo.
Y a pesar de que el Gobierno Central y demás poderes del Estado, también tienen responsabilidad, por ahora me referiré solo a las autoridades regionales y municipales; aquellos que nos legaron hospitales y centros de salud abandonados; plantas de tratamiento de aguas servidas inoperativas; escuelas sin puertas ni ventanas; carreteras y puentes intransitables; y estadios con aforos superiores a las poblaciones del lugar… todas obras sobrevaloradas, con mucha corrupción detrás.
Por los gobernadores regionales, los servicios de salud y educación en todo el país son lo que son: paupérrimos, crueles, miserables. Por los alcaldes, los servicios de agua potable y alcantarillado, limpieza pública, vivienda y urbanismo, tráfico vehicular, entre otros, peor no pueden estar.
Sin embargo, frente a este problema, mi propuesta es crear Organismos Autónomos especializados en cada uno de los servicios públicos fallidos, donde no queda otra que quitarle las competencias correspondientes a los Gobierno Regionales y Municipales.
Se trata, básicamente, de reestablecer la meritocracia y la carrera pública en el Estado, de profesionalizar y despolitizar la gestión estatal y, lo más importante, de mejorar los servicios públicos en favor de la ciudadanía; sin dejar de mencionar que el centralismo es tan malo o peor que la regionalización.
Pero eso sí, los organismos autónomos, como el BCR, serían totalmente profesionales, meritocráticos, altamente especializados, articulados digitalmente entre sí, blindados de políticos corruptos, y diseñados exprofesamente para evitar discrecionalidades que siempre derivan en malos tratos a los ciudadanos, y peor aún, en corrupción.
Asimismo, habría que reducir drásticamente la burocracia estatal. Fusionar ministerios para reducir de 19 a unos 10 el número total de carteras. Fusionar instituciones estatales redundantes. Reducir el número de distritos en todo el país, y empoderar a los Municipios Provinciales.
En definitiva, el objetivo final es el bienestar del ciudadano, en vez del bienestar del funcionario o político corrupto e inoperante. Quien no gobierna para servir a la ciudadanía, no sirve para gobernar al país. ¡Esa es la idea!
(*) Ex presidente regional de Ica
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