Opinión

El arzobispo rojo de Lima

Por: Luciano Revoredo

Monseñor Castillo el arzobispo de Lima siempre camina en los umbrales de la heterodoxia. Recordemos cuando en su entorno había abortistas y feministas, como fue el caso de su primera jefe de prensa. O su lamentable campaña en la que presentó a Santa Rosa de Lima como una revolucionaria y despotricó de la religiosidad de la Lima en la que se forjó la santidad de Rosa y los demás santos peruanos.

Hagamos también memoria de la cantidad de exabruptos que ha cometido como decir que nadie se convierte por contemplar el sagrario, el lamentable uso del lenguaje inclusivo, su introducción del paganismo animista mediante ritos dirigidos a la Pachamama en medio de la liturgia católica y un largo etcétera de excesos tan perjudiciales para la fe de los peruanos.

Todo lo dicho nos pone en contexto para tratar de entender el papel que está jugando monseñor Castillo en este momento desde Roma, hasta donde ha viajado, según se nos ha informado, para pedirle al Papa Francisco que reciba en audiencia privada al comunista Pedro Castillo y así se ejerza más presión para su proclamación como presidente.

Es en este contexto que el arzobispo rojo de Lima acepta una entrevista con el diario La Nación de Buenos Aires y declara “De acuerdo al conteo, está claro que Castillo ya ganó. Hay que esperar la proclamación del Jurado Nacional de Elecciones, pero, por razones de tipo subjetivo algunos están retrasándolo, algo que es evidentemente una cosa amoral”. Lamentablemente cree monseñor Castillo que puede así pasar por alto la democracia y con su sola palabra calificar de amoral al casi 70% de peruanos que creemos que en el país se ha producido un fraude.

No contento con esto, participó de una entrevista en Radio Vaticana en la que habló de que lo que ha sucedido en el Perú es “…un campanazo fuerte de los pobres ante las deficiencias del sistema neoliberal implantado hace ya más de 20 años. La gente muestra un descontento que en las ciudades existe menos, porque existe el chorreo de dinero, además al estar más cerca de los medios de comunicación es más fácil crear miedo (…) miedo al comunismo, a que les quiten sus cosas (…) Pedro Castillo debe ser proclamado presidente electo…”. Ni el jefe de prensa de Perú libre lo haría tan bien.

Todo esto al margen de su carta para condenar a los que rezan en mítines o concentraciones políticas, tratando de dejar sin piso a los miles que se unieron en un Padrenuestro con Keiko Fujimori.

Esa es la realidad de la iglesia peruana que atraviesa una de sus peores crisis con un arzobispo de Lima tomado por el marxismo. Nunca nuestra iglesia ha llegado antes a estos niveles de politización y abandono de sus auténticos fines. Nunca nuestros pastores han dado la espalda a su razón de ser como en este aciago momento. Nos queda el consuelo que los santos peruanos no nos abandonan y la iglesia resurgirá del deshonor al que la teología de la liberación y la curia progre la han llevado.

(*) Analista político

(*) La empresa no se responsabiliza por los artículos firmados.

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