Opinión

Educación cívica en los colegios

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Según un estudio de la Universidad de Harvard, el primer objetivo de un maestro es educar para ser buena persona. Esto es, alguien que se respete a sí mismo y a los demás, responsable y disciplinado, con hábitos de convivencia social y con principios de justicia, honradez, solidaridad y paz. Alguien con los atributos necesarios para su óptimo desarrollo personal y para ser útil a la sociedad. Para ello, es necesario que el estudiante conozca sus derechos y deberes, las reglas y los patrones de conducta correspondientes. Es decir, que tenga educación cívica.

¿Se imaginan cuántos corruptos menos habría si todos los estudiantes salieran de los colegios con buenas calificaciones en educación cívica? ¿Cuántos delincuentes, depravados, personas violentas o vulgares menos? El trabajo de policía no sería tan peligroso. No se gastaría tanto dinero en medidas de seguridad, en cámaras de vigilancia, en rejas con púas. Y sobrarían celdas en las cárceles.

Por eso, es importante y valiosa la idea del ministro de Educación, Óscar Becerra, de incluir el curso de Educación Cívica en los colegios y considerar esta propuesta como uno de los ejes principales de su gestión, con el propósito de reforzar las normas de convivencia, así como el conocimiento y respeto a la Constitución y los valores democráticos, a la sociedad y a las instituciones.

Razón tenía Mahatma Gandhi, figura central del movimiento de independencia de India y quien abogó por la no violencia, cuando decía que “el respeto es como una calle de dos vías, si lo quieres recibir, lo tienes que dar”. Es una regla de oro que ya predicaba el sabio Confucio más de quinientos años antes de Cristo y que se está perdiendo en estos tiempos de desarrollo tecnológico, pero de retroceso social y cultural.

Hay muchas costumbres que están desapareciendo poco a poco al ritmo, precisamente, de los cambios socioculturales de la civilización contemporánea, como, por ejemplo, el saludo, la cortesía o la empatía. Se está produciendo una especie de involución cuyas consecuencias saltan a la vista. Por eso, es fundamental —nos atreveríamos a decir que hasta indispensable— que vuelva a los colegios la educación cívica como curso, como lo ha planteado el ministro Óscar Becerra. Los niños, que son el futuro del mañana, necesitan con urgencia tener una enseñanza con valores para formarse, primeramente, como buenas personas, importantes para sus familias y valiosas para la sociedad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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