Eberth Álvarez Salinas: Otro grande del folclor que nos deja
A través de las redes sociales, la gran familia del folclor se enteraba el pasado domingo dos de ju- lio el penoso fallecimiento de don Eberth Álvarez Salinas (80), notable compositor, arreglista e intérprete de nuestra música. Como eximio violinista, musicalmente acompañó a los más importantes artistas a lo largo de su larga vigencia.
Fue fundador del afamado con- junto musical “Tradiciones del Perú”, con el que recorrió el país y el extranjero. Su deceso fue realmente muy sensible, tal es así que en el Club Apurímac, don- de Máximo Barraza celebraba su aniversario, se hizo un alto y se guardó un minuto de silencio. Los artistas allí presentes tuvieron palabras de reconocimiento para con él.
Eberth Álvarez fue correcto músico que supo ganarse el cariño de sus colegas artistas. Siempre hizo gala de su profesionalismo, de su gran amor a su adorada Pomabamba, Áncash, que lo declaró “Hijo Ilustre”. También se recuerda que solía dar oportunos consejos a consagrados y jóvenes intérpretes. Estuvo casado con doña Alejandrina Moreno Solórzano y tuvieron 4 hijos a los que heredó su vena musical. Ángela y Milagros tocan el violín con William Luna y Jean Pierre Magnet, y con su hermano Jonathan, en la Orquesta Sinfónica de la PNP.
Todos con estudios en la Universidad Nacional de Música y con segunda carrera profesional. Fue velado en el Club Piscobamba e inhumado sus restos mortales en el camposanto de Puente Piedra. Sus familiares y amigos artistas manifestaron que ninguna autoridad del Ministerio de Cultura se hizo presente en sus exequias y menos aún dieron reconocimiento alguno en vida como notable cultor musical andino, que bien se lo merecía.
Cabe recordar que el año pasado don Eberth advirtió que su marco musical “Tradiciones del Perú” está registrado, que nadie podía usar el nombre, salvo sus hijas. Ellas ahora tienen el compromiso de sacar lustre al gran legado. Ángela dijo que a su papá le gustaban los temas “Cóndor de Chavín”, “Adiós, adiós, tierra mía” y “Dios lo quiso”, dedicados a doña Alejandrina.