
Cómo no te voy a querer / cómo no te voy a querer / sí eres mi Perú querido el país bendito que me vio nacer”. Este es el estribillo que escuchamos desde hace algunos años en el Perú, en los tiempos de Clasificatorias al Mundial de fútbol, tiempos en los que la selección blanquirroja se prepara para enfrentar al rival de turno, tiempos en los que la mayoría respira solo amor por su país, tiempos en los que nos dejamos unir por la pasión del fútbol, tiempos en los que las diferencias no importan, menos las políticas.
Es ese mismo país, donde la discriminación y la intolerancia se manifiestan, cual fieras, en cualquier punto del territorio, quizás más en su capital, Lima, de casi 10 millones de habitantes. Es ese país, de más de 32,6 millones de habitantes, cuya costa bañada por el Pacifico emerge desde el desierto hacia los maravillosos Andes, para continuar su expansión hacia la cálida Amazonía. Perú, multilingüe y pluricultural, se acerca al Bicentenario de su Independencia de España –el 28 de julio del 2021- en medio de una creciente crisis política e institucional.
“En resumen, hoy el Perú es un organismo enfermo: donde se aplica el dedo brota pus”, escribió en 1888 el político, escritor y filósofo peruano Manuel Gonzáles Prada, en “Propaganda i ataque”. Seguimos hablando de los mismos problemas del Perú, y sigue saliendo pus. ¿Cómo se podría entender la crisis política e institucional del Perú sin tomar en cuenta los problemas estructurales que afectan al país? Sería una tarea difícil. La polarización política en el país alcanza niveles inimaginables. Se puede vivir hasta en las familias, grupos de amigos, en los trabajos, en cualquier lugar y en cualquier gremio.
En lo personal, aprendí hace muchísimos años a no creer a quien se autoproclama como incólume, limpio, honesto e incorruptible. De esos hay que zafar. Son peores.
Quienes tienen para aportar no se meten en política. Entonces, los espacios de representación popular son ocupados por quienes ya sabemos. No todos son incompetentes. La mayoría, al parecer sí. En el actual Congreso, 68 de 130 legisladores tienen denuncias en su contra, de cualquier tipo.
Congreso. Tenemos una sociedad en crisis de valores. El Congreso peruano refleja el país que han heredado las nuevas generaciones. La crisis de representación ha sido alimentada a pulso por los partidos políticos. Son ellos los que eligen a sus candidatos a la Presidencia, al Congreso, a los gobiernos regionales, a las Municipalidades Provinciales y Distritales. Los congresistas no llegaron solos. Fueron electos por quienes creyeron en ellos. Reforma, reforma, se escucha desde hace varios años. Cambios a la Constitución, se escucha también. Patear el tablero, reclaman también. Realismo. Quieren un congresista de personas intachables. No es posible, porque para ello, los partidos políticos deberían postular solo a los intachables. ¿Colocan solo a los intachables? No. La polarización se agudiza y es visible por doquier. ¿Y las reglas de juego, y la Constitución Política, y el respeto por las leyes? Para muchos no valen.
(*) Periodista y productora de contenidos digitales. Ex corresponsal de la agencia ANSA en Perú.