Opinión

Delincuencia común y policial (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

En algunas comunidades de las zonas rurales de España existía la costumbre de dejar la puerta de la casa abierta, al menos hasta antes de la pandemia. Es que en esos lares reina la paz y tranquilidad, no hay riesgo de robo ni de ningún otro delito. En el Perú ocurre lo contrario. En cualquier hogar de Lima, uno de los principales temores es la “visita” de un “amigo de lo ajeno”. Sin embargo, pese a que la inseguridad ha vuelto a ser el más grave problema de los peruanos, las autoridades hacen poco o nada por combatir con real eficacia la delincuencia.

Hace poco, una pareja de esposos filmó subrepticiamente a dos sujetos, uno vestido de policía, que los amenazó con armas de fuego y les arrebató sus celulares, cartera y billetera. La pareja llevó el video a la comisaría y los detectives, luego de visualizar las imágenes, identificaron a uno de los delincuentes. Se trataba nada menos que de un miembro de inteligencia de la PNP. Es increíble que los “especialistas” en luchar contra la delincuencia no puedan detectar que entre ellos hay una manzana podrida.

Hace unos días, el premier Aníbal Torres admitió que “la policía ha sido superada por la delincuencia” y que es ampliamente conocido que hay muchos efectivos policiales metidos en organizaciones criminales, problema que —según él— no se puede resolver de un día para otro.

En realidad, la delincuencia no se puede combatir solo con operativos, más policías en las calles, prohibir el tránsito de motocicletas con dos personas y otras medidas de represión o disuasión. Una de las principales armas debe ser, precisamente, la inteligencia policial, que tiene como fin la obtención de información que ayude al estado combatir al crimen.

Con acciones de inteligencia, por ejemplo, se puede luchar con mayor tino contra las tantas bandas de asaltantes, extorsionadores y estafadores que son dirigidas por celular desde las cárceles. ¿Un preso tiene derecho a inviolabilidad de domicilio? ¿No pueden ingresar a sus celdas a rebuscarles sus cosas? ¿O los reclusos tienen corona?

Otra preguntita para el señor ministro del Interior. ¿Y cómo es que esos presos cabecillas de bandas elijan a sus víctimas, si supuestamente están encerrados y no tienen información del exterior? Facilito. Sus familiares ingresan a las cárceles con chips —escondidos en su cuerpo o sus pertenencias—, que contienen listas de personas con apetitosas cuentas en los bancos. ¿Pero cómo pueden tener esas personas esos datos que son de uso exclusivo de sus dueños, ciertas instituciones públicas y las entidades financieras? Con un poquito de inteligencia se podría dar con todos los eslabones de esta cadena de delitos y detenerlos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

Related Articles

Agregue un comentario

Su dirección de correo no se hará público. Los campos requeridos están marcados *

Check Also
Close
Back to top button