Cuidado con el salvajismo

La protesta es un derecho fundamental y constitucional. Así lo establecen las leyes, desde el artículo 2, numeral 12 de nuestra Constitución Política, hasta el artículo 15 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el artículo 21 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Allí se indica que toda persona tiene derecho a reunirse y protestar, pero pacíficamente y sin armas. Así es, para que el ejercicio de ese derecho sea legítimo, debe darse en forma pacífica, sin actos de violencia contra bienes públicos o privados ni afectación de los derechos de terceros.

¿Pero qué pasa cuando en una marcha de protesta se bloquean las carreteras y se impide, con amenazas y agresiones, el paso a una ambulancia que lleva a un paciente a un hospital para salvarle la vida? En diciembre y enero pasados murieron tres niños, en Chao (La Libertad), Cusco y Puno, porque los manifestantes no los dejaron pasar cuando eran trasladados de emergencia para una atención médica que hubiera sido providencial. Los manifestantes llegaron a golpear a médicos y enfermeras, mientras que las criaturas agonizaban la carretera. ¿Se le puede llamar a eso una protesta legítima? Definitivamente, no.

¿O qué pasa cuando los manifestantes entran con todo al centro histórico y, como la policía les impide asaltar Palacio de Gobierno o el Congreso de la República, se ensañan con las fachadas y las pintarrajean, arrancan las veredas, destruyen macetas, tachos de basura, casetas de tránsito y todo lo que encuentran a su paso? Esas acciones vandálicas dejaron pérdidas por S/20 millones de soles a inicios de año. ¿De dónde sale el dinero para remediar semejante estropicio? La misma población es la que al final paga los platos rotos,

En estos tiempos pospandémicos, de carencias, necesidades insatisfechas y hasta hambre, por el desempleo y la falta de oportunidades, miles, millones de personas viven del día a día. Es decir, si un día no trabajan, sus hijos no tendrán qué comer. Es insensible e inhumano, entonces, bloquear la carretera e impedirles el paso.

Las protestas, como la de hoy, tienen un carácter principalmente político y social, pero también ideológico. Se pueden argumentar justas reivindicaciones, pero hay detrás un trasfondo que va más allá de un reclamo al gobierno. No por nada también han anunciado su participación organizaciones vinculadas con el terrorismo.

Por el bien del país, esperamos que la marcha de hoy no ingrese a los tristes terrenos de la violencia y el salvajismo. Ni de parte de los manifestantes ni de las fuerzas del orden. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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