Consultorías bamba

Por: Antero Flores-Araoz

El anterior ministro de educación Oscar Becerra, desde las esferas gubernamentales, se sumó a las voces de alarma que se levantaban desde la sociedad civil y la prensa de investigación, por las llamadas consultorías.

Es el caso que el Estado, a través de sus diversos organismos y entidades públicas, muchas veces contratan consultorías, y ello por supuesto, para los casos en que no exista en el sector público la correspondiente experiencia. Sin embargo, no siempre todas las consultorías tienen legitimidad. Entre las que son no solo aceptables, sino también apropiadas, son las de contratación de estudios de abogados en los Estados Unidos de América, para que lleven la defensa del Perú en los procedimientos que se le han iniciado ante el CIADI por la temática de inversión extranjera. Es obvio que para un tema tan especializado se requiera de conocimientos adecuados, que lamentablemente no existen en plaza.

Hay otros casos de consultorías que podrían o no ser adecuadas, en que los sectores públicos requieren que, desde fuera del sector, se les confirme o rectifique los que los especialistas nacionales han opinado y establezcan las vías de solución. También para proyectar determinadas obras especializadas, en que no hay mayor experiencia, como puede ser la construcción o acondicionamiento de puertos, se requiere voces externas autorizadas, o cuando se tiene que evaluar la operatividad de nuestros submarinos o el material de vuelo, como son helicópteros y aviones.

Sin embargo, hay consultorías que se contratan cotidianamente, como también diariamente vemos en el diario oficial “El Peruano” las Resoluciones por las cuales se nombran asesores. Parecería ser que hasta los funcionarios de menor nivel necesitan quien les confirme sus decisiones o les fije la ruta para que las tomen, lo que nos lleva a la lógica afirmación, que si se supone que están en un cargo público especializado, es porque conocen el tema, no porque necesiten que le soplen al oído.

La contratación de consultorías y asesorías, con el tiempo se fue convirtiendo en un mecanismo para pagar favores políticos, para favorecimiento a parientes y amigos, y también para “pagar” acciones u omisiones de los organismos de control, incluso de control político.

Regresando al primer párrafo de esta columna, el descubrimiento del anterior ministro de educación, de severo exceso de contratación de consultorías, lamentablemente solo fue la punta del iceberg, fue flor de un día, pues viéndose obligado a dejar el cargo, no se ha vuelto a saber nada de las cuantiosas consultorías en el sector educacional.

Es indispensable que se hagan las correspondientes investigaciones para terminar con las consultorías innecesarias que deprendan el presupuesto público, y más en estos tiempos en que la recaudación tributaria denota significativa reducción.

Las investigaciones de consultorías tienen que darse en todos los sectores de la administración y para ellos lo lógico es que lo haga la Contraloría General de la República, a través de las respectivas inspectorías, como igualmente en el Congreso de la República, que no puede olvidar que una de sus principales tareas es la de fiscalización.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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