
Pocos dudan que la actual Constitución no es perfecta, la mayoría admite que tiene varios vacíos y ambigüedades. Pero ¿es necesario cambiarla en su totalidad? ¿O basta solo con reformarla, como ya se ha hecho varias veces? Para tomar una decisión es indispensable que conozcamos la Constitución y para ello hay que leerla. ¿La hemos leído lo suficiente? Y, ¿es el momento de cambiarla? Para tomar tan importante decisión se precisa de un momento constitucional que sea el resultado del discurso crítico de la población en torno a la Carta Magna.
Hay varios artículos que se deben evaluar en la Constitución. Quienes se oponen al cambio argumentan que la Carta Magna de 1993 evita los monopolios y los oligopolios, pero resulta que tenemos a Alicorp, Backus, Gloria y otros grupos económicos que concentran a varias empresas que tienen el dominio del mercado en diferentes sectores. Esto se da hasta en el sector farmacéutico, que tiene que ver con la salud, tan golpeada en los últimos años. Por ejemplo, ya hace unos años Intercorp, a través de Inretail Perú, dueña de Inkafarma, compró Quicorp, propietaria de Mifarma, BTL y Fasa.
Entonces, no es que la Constitución vigente prohíba los monopolios. Lo que establece es lo siguiente: “El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas”. En ninguna parte prohíbe los monopolios.
Pero no todo está mal en la Carta Magna, no se puede borrar todo lo que está bien. De alguna manera, la llamada “ley de leyes” actual ha permitido el desarrollo económico del Perú en las últimas décadas al establecer un régimen económico que no difiere en nada de lo que se podría esperar de una democracia liberal moderna. Hay cosas básicas como la primacía de la iniciativa privada, estabilidad monetaria, respeto de la propiedad privada, apertura comercial y presencia del Estado como regulador.
Sin embargo, la incapacidad del Estado peruano para poder enfrentar la pandemia de una mejor manera, las trabas para impedir la especulación económica y la falta de una agroindustria planificada, que habría evitado que la guerra entre Rusia y Ucrania nos golpee tanto por la escasez de urea y otros insumos, demuestran que es necesario hacer cambios.
Lo que necesita la población para decidir, en caso se apruebe el proyecto del Gobierno, es información para tener conocimiento del tema y tomar una decisión. Aunque la presidenta del parlamento, María Alva, ha señalado recientemente que dicha propuesta de un referéndum para poder cambiar la constitución no cuenta con los votos suficientes para su aprobación en el congreso. Continuarán días difíciles de incertidumbre para el país por ahora. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.