Opinión

Bonnie y Clyde o Nadine Heredia y Ollanta Humala

Por: Omar Chehade Moya

Bonnie Parker y Clyde Barrow, fue una pareja de ladrones que cometieron sus fechorías en los Estados Unidos en la época de la depresión económica en la década del treinta. Ochenta años después, bajo el ilegal manto de “la pareja presidencial” se repitió la historia en Perú, a través de la asunción a la presidencia de un pusilánime Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, embriagada con el poder, usurpando funciones del marido, para saquear las finanzas del país. Los conocí muy de cerca, fui exitoso abogado de ambos y luego lo acompañé a Ollanta a quien consideraba mi amigo, como su vicepresidente del Perú y congresista durante 5 años.

Confié en él, por su aparente sensibilidad social, y por su promesa de lucha contra la corrupción. Al final no solo me decepcionó, sino que defraudaron a todo un país que había visto en él una esperanza de gran transformación. En ella nunca confié, mi psicología de abogado me decía que era una mujer fría y calculadora, aunque luego que asumió el “cargo” de primera dama, sus afanes usurpadores, rapiñescos y malvados superaron todo pronóstico.

Un año antes que termine su gobierno renuncié a la bancada oficialista y a su proyecto familiar, tanto, que denuncié una serie de delitos del presidente y su esposa, publicando antes que acabe mi gestión parlamentaria un libro que llegó a ser best seller el año 2016: “La Gran Usurpación”, donde denunciaba la usurpación de funciones de Nadine Heredia en el poder con el consentimiento de su esposo, además de las fechorías en el gobierno, que abarcaban las “famosas agendas” y hasta la sospechosa muerte de su trabajador, Emerson Fasabi.

La figura bizarra y marcial del candidato presidencial (Ollanta) que prometía reformas, seguridad, crecimiento, inclusión social y transformación, se convirtió en el triste telonero que usaba cuanto acto público tenía para impulsar la imagen de su cónyuge, hablando en nombre de ella, anunciando su pronta llegada y promocionando “un gobierno familiar” al grado de que su propio padre imploraba en la prensa que “por favor ya no humillen más a su hijo”.

Fue triste escuchar el audio de un ministro de Defensa (Pedro Cateriano) diciendo que “tiene la luz verde de Nadine”. Luego la caída de un Premier por la intromisión de la primera dama negando el estudio del sueldo mínimo. Sentí vergüenza cívica al ver la penosa imagen presidencial desairada porque su esposa le dio la espalda en solemne acto público de envergadura internacional (Cumbre del ASPA), y luego la mentira organizada de que: “las agendas no son mías” “que la verdad es mi letra” “que en verdad son mías, pero no me di cuenta”.

Las frivolidades de danzas de millones que aparecen en las agendas, y tarjetas adicionales que le daba su “amiga” Rocío Calderón, los aportes fantasmas a las campañas, que en verdad fueron del dinero de la corrupción del gobierno venezolano y Odebrecht, y la corrupción que la siniestra pareja lideró con el “Club de la Construcción” y el Gaseoducto Sur. Esperemos que la justicia haga su trabajo con rigor.

(*) Exvicepresidente del Perú.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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