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Boluarte declaró duelo nacional: “Dejó un legado de amor y paz”

Presidencia anuncia viaje de misión de alto nivel para los funerales

La presidenta Dina Ercilia Boluarte Zegarra anunció que el Poder Ejecutivo decretó duelo nacional por el fallecimiento del papa Francisco, además de disponer que una misión de alto nivel del Perú participe de las exequias. “Frente a este lamentable suceso, esta tarde informé al nuncio apostólico que el Poder Ejecutivo ha decretado duelo nacional y de la misma manera he dispuesto que una misión de alto nivel participe en las exequias del sumo pontífice”, informó la jefa de Estado en un mensaje a la nación.

La jefa de Estado acudió ayer a la sede de la Nunciatura Apostólica, en Jesús María, para firmar el libro de condolencias. En el lugar fue recibida por el nuncio apostólico del Perú, Paolo Rocco Gualtieri.

Horas antes, la cuenta oficial de la Presidencia de la República difundió un comunicado para expresar “su más profundo y sentido pésame al mundo católico por el fallecimiento de su santidad el papa Francisco, pastor universal de la Iglesia”.

“El Santo Padre fue siempre claro en su mensaje: caminemos en una sola dirección: la de la reconciliación, la integración, la unidad y la paz. Este día de duelo es también un día de compromiso con los más pobres, los olvidados y los que siguen esperando justicia”, expresó la presidenta.

“Que el legado del papa Francisco nos inspire a seguir luchando con fe, con amor al prójimo, con esperanza y, sobre todo, en esa unidad nacional y con paz, que sus enseñanzas nos impulsen a construir un país más humano, más inclusivo y solidario. Y su voz, siempre de lado de los humildes, nos acompañe en cada paso hacia un futuro guiado en la fe de nuestro señor Jesucristo. Que la paz y la unidad que él sembró en el mundo florezcan hoy en cada uno de nosotros”, finalizó.

Las exequias de Francisco deben realizarse entre el cuarto y sexto día después de su muerte. Una vez concluido este rito, rigen nueve días de luto oficial, conocidos como “novendiali”. El papá manifestó previamente su voluntad de asentar su reposo eterno en la Basílica de Santa María la Mayor, una de las cuatro basílicas papales de Roma, en lugar de la Basílica de San Pedro, dentro de los muros del Vaticano.

El lugar elegido por Francisco para su tumba es hogar del ícono bizantino de la Virgen Salus Populi Romani, a la que solía ir a rezarle, incluso antes de ser electo al trono de Pedro. Francisco también dispuso que se lo entierre en un ataúd simple, de madera e interior de zinc, en lugar de la tradición vigente, donde se disponía que los obispos de Roma fueran enterrados dentro de tres ataúdes hechos con materiales distintos (ciprés, plomo y roble sucesivamente).

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