Agroexportaciones en 2024 ¿alguien dijo US$ 12 mil millones?
Por: Fernando Cillóniz Benavides

El campo no deja de dar sorpresas. El “milagro del agro peruano” sigue asombrando al mundo. A pesar de la política estatista y caótica, a pesar de la criminalidad y delincuencia desbocadas, a pesar de los “waykis” de la corrupción, a pesar de los “cofres” y los “chibolines”, a pesar de los jueces y fiscales coimeros, a pesar de la podredumbre que nos rodea, las agroexportaciones peruanas del presente año alcanzarán –estimo yo– los US$ 12,000 millones. Es decir, superaremos los extraordinarios US$ 10,200 millones de exportaciones agrícolas del 2023, en cerca de US$ 1,800 millones. Es decir, ¡18% más!
Es verdad, los precios, el clima y el agua jugaron a favor del récord que celebraremos cuando termine el año. Pero no seamos aguafiestas. ¡Que viva el agro peruano!
Mención especial merece el cacao de nuestra Amazonía, que a pesar del IDL (su gran detractor), este año compartirá con los grandes de la agricultura exportadora peruana (uvas de mesa, arándanos, paltas y café) la lista de honor de los cultivos que superan cada uno los US$ 1,000 millones de exportaciones.
El café también la está rompiendo este 2024. La agricultura amazónica recibirá este año gracias al café y al cacao, principalmente, más de US$ 2,500 millones por exportaciones. ¡US$ 1,000 millones más que en 2023! ¡Un aplauso para los cacaoteros y caficultores amazónicos!
Solo en paltas caeremos un poco en producción: apenas 5 %. Básicamente, por los rezagos del clima de 2023 que mermó la producción de paltas en la costa norte. Pero con la buena producción en la costa central y sur, y el crecimiento de la producción en la sierra, más los buenos precios de la palta en EE. UU, Europa y Chile, al finalizar el año habremos exportado cerca de US$ 1,200 millones FOB… solo en paltas.
En uvas de mesa y arándanos – los dos máximos exponentes de la agricultura exportadora peruana – mostraremos crecimientos productivos. Y creceremos también en cultivos de media tabla como espárragos, mangos, cítricos, cebollas, quinua, banano orgánico, páprika y demás. O sea… ¡qué quieren que les diga!
La pregunta entonces es ¿cuánto mejor estaríamos si tuviéramos más reservorios para disponer de agua todo el año? ¿Cuánto más competitivos seríamos – sobre todo en la sierra y en la selva – si tuviéramos más y mejores caminos? ¿Si hubiera menos delincuencia y criminalidad, cuánto mejor estaría nuestra agricultura? Porque, ojo… en el agro, los robos y extorsiones también están a la orden del día.
¿Y si hubiera menos corrupción e inoperancia en el Estado?
Ahora bien, este logro extraordinario de las agroexportaciones se lo debemos a la derogada Ley de Promoción Agraria (Ley 27360). O sea, la ley que más inversiones y empleos formales propició, la ley que mayores remuneraciones y mejores condiciones laborales generó, la ley que más divisas y tributos le brindó al Estado, la ley que más dinamismo económico irradió esa ley fue derogada en diciembre de 2020 por el Congreso de la República, presidido en aquel entonces por la excongresista Mirtha Vásquez, y rubricada por el expresidente Francisco Sagasti, y sustituida por la ley actual (Ley 31087) que, por elevar el salario mínimo legal, está propiciando nuevamente cada vez más informalidad en el sector, sobre todo, en la pequeña y mediana agricultura. ¿Quién entiende a esos políticos?
(*) Exgobernador regional de Ica
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