Hay un cargamontón contra el presidente Pedro Castillo, tanto de la oposición como del sector “caviar” que lo apoyó en los primeros meses de su Gobierno y que logró algunos asientos en el tambaleante Gabinete Ministerial, pero que ahora está abandonando el barco en medio de la tormenta. Incluso dentro de Perú Libre, irónicamente el partido oficialista, aumentan las voces discrepantes y parece que se perfilan otras disidencias. Aunque el ala cerronista ha hecho espíritu de cuerpo y le ha dado su respaldo al mandatario, al menos ante esta circunstancia. ¿Pero constitucionalmente es posible que el jefe de Estado abandone el cargo?
Veamos qué dice la ley. El artículo 112° de la Constitución Política, la del 93, aprobada por el gobierno de Alberto Fujimori, establece que “el mandato presidencial es de cinco años”. En ninguna parte de la Carta Magna vigente hay alguna disposición que establezca que un gobernante electo lo puede ser por un período menor.
Es cierto que estamos ante una grave crisis política causada por erráticas decisiones, especialmente en lo que concierte a la conformación del Gabinete Ministerial. También es cierto que es de imperiosa necesidad que el presidente Castillo deje a un lado los aprendizajes y los ensayos, que admitió en las entrevistas con la CNN y La Noticia, para adoptar decisiones sensatas, bien pensadas y que garanticen estabilidad. Pero una renuncia o vacancia serían de consecuencias muy graves para el país.
Ya se había avanzado en la lucha con la pandemia, con la exitosa campaña de vacunación, así como en el frente económico, con índices positivos y que permiten ser más optimistas respecto a la pronta reactivación. Sin embargo, la cuestión política, especialmente en lo que se refiere a la imagen de los ministros, sigue siendo el talón de Aquiles del Gobierno de turno. Se han reavivado las voces de renuncia y vacancia, hasta Keiko Fujimori ha vuelto con lo del fraude electoral, pese a que ya fue descartado por Ministerio Público por falta de pruebas.
El asunto es delicado, hay preocupación en la población y una ola de indignación que crece, pero lo mejor es actuar con serenidad y prudencia. En solo cuatro años, desde marzo del 2018 —cuando PPK renunció antes que lo vaquen— hasta hoy, hemos tenido tres presidentes, lo cual no es saludable para ninguna democracia. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
