Opinión

A prepararse para el cambio de mando

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Se acerca el 28 de julio, día en que el nuevo presidente debe asumir el cargo en el Congreso de la República. No habrá postergación, cambio de fecha ni nada. La transmisión o cambio de mando no puede aplazarse de ninguna manera, por lo que la semana entrante se realizaría de todas maneras la proclamación del ganador o ganadora de la segunda vuelta electoral. El presidente transitorio Francisco Sagasti terminará su mandato y tiene que retirarse de Palacio de Gobierno para dar paso a su sucesor. No puede haber vacío de poder. Así lo mandan las normas democráticas y hay que cumplirlas.

El nuevo mandatario y jefe supremo de las Fuerzas Armadas jurará al cargo en el hemiciclo del Palacio Legislativo. Ojo, jurar no es lo mismo que juramentar. Esta última palabra se le asigna a quien toma el juramento, pero aquí hay un detalle interesante. Al no definirse aún qué candidato presidencial ganó la elección, tampoco se puede designar al presidente del Congreso, a quien le corresponde la función de juramentar al nuevo jefe Estado.

El cargo de titular del Congreso es de suma importancia, pues además de su protagonismo en materia legislativa, luego de los vicepresidentes, ocupa el tercer lugar en la línea de sucesión del presidente de la República en caso de impedimento temporal o vacancia.

Al presidente de la República se le impondrá la banda presidencial, un distintivo tradicional e infaltable en los cambios de mando. Hay varias anécdotas sobre esa banda, como aquella en que la excongresista Martha Hildebrandt se la puso al revés a Alberto Fujimori. O cuando Fernando Belaunde prestó la suya para que Máximo San Román pueda jurar al cargo en el Colegio de Abogados, tras el cierre del congreso el 5 de junio del 1992. O la vez que Alan García se la colocó él mismo sin respetar el protocolo, según el cual Luis Alberto Sánchez, como presidente del Senado, tenía que hacerlo.

La transmisión de mando y las Fiestas Patrias, hechos emblemáticos del Perú, en esta ocasión coincidirán con el Bicentenario de nuestra independencia, motivo que nos obliga a participar con responsabilidad y conciencia cívica en esta fiesta de la democracia. Esperemos que las turbulencias políticas se aplaquen luego de establecerse con claridad y sin dudas quién recibirá el encargo de conducir al país durante los próximos cinco años. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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