De agresor a salvador

Por: Antero Flores-Araoz

Aunque usted querido lector no lo crea, el título de esta columna se refiere al expresidente Pedro Castillo Terrones.

En efecto, dicha persona se condujo como agresor del sistema democrático y, ello desde que participó como candidato a la más alta magistratura del Perú, cuyo discurso fue enfrentar a ricos y pobres, a andinos y costeños, a mestizos y quechuas, a trabajadores y desempleados y así podríamos seguir relatando sus expresiones de odio y confrontación.

Ofreció el oro y el moro en una narrativa de uso de la fuerza de ronderos y reservistas para imponer el socialismo marxista en nuestra patria, a sabiendas que ello solo consigue mayor pobreza y desesperanza.

En la misma campaña, subliminalmente justificaba al terrorismo como mecanismo para lograr la supuesta reivindicación de los peruanos del Ande y la elevación de sus niveles de vida, pese a conocer como maestro, que la violencia solo genera más violencia.

Desde sus propuestas electorales propiciaba la convocatoria a referéndum para que se eligiera una Asamblea Constituyente para, con su normativa, perennizarse en el poder.

Llegado al gobierno nacional, con acciones y artes sospechosas cuando no cuestionables, utilizó despacho paralelo para desde el oscurantismo, hacer lo que le viniera en gana, en complicidad con algunos de sus familiares y terceros que se convirtieron en tramitadores con beneficios económicos para nombramientos en todas las esferas del poder y, hasta poner prácticamente en subasta los ascensos a los más altos grados de nuestra Policía Nacional, tratando de desprestigiarla y que la  ciudadanía perdiera confianza en ella.

También se ha ido corroborando la entrega de obras públicas de diversa envergadura, a empresas que recibían la buena pro entregando dádivas, o sea “coimas”, en buen romance delitos de corrupción.

Ante la situación expuesta, algunos parlamentarios plantearon investigaciones y acusaciones, incluso desde la Fiscalía se hicieron las respectivas pesquisas cuyos resultados fueron entregados al Parlamento para que iniciara el trámite para la vacancia de Pedro Castillo en la Presidencia.

Lo cierto es que no existían los votos necesarios en el Congreso para la vacancia y, ello no porque se careciera de motivación e incluso elementos de convicción y prueba, sino porque existían parlamentarios que habrían sido sobornados con colocación de allegados en puestos públicos y con contratación de las obras de infraestructura que ellos gestaban. Todo esto aún pendiente de investigación y sanción.

Probablemente el hoy ex presidente de la Nación recibió información errada en el sentido que ya habían los votos para su vacancia, lo que lo indujo a patear el tablero y, ante todo el país decretó la disolución del Congreso y la reorganización de los poderes públicos, con lo cual perpetró alevoso golpe de Estado.  Con lo que no contó, es que nadie lo obedeció y ante el flagrante delito fue vacado del altísimo cargo que ostentaba.

Castillo practicó su suicidio político y, sin quererlo, pasó de agresor a salvador, abriendo la posibilidad de que el Perú recupere tranquilidad y los peruanos podamos unirnos para lograr el desarrollo, único camino para emprender la elevación de condiciones de vida de la población. Trabajemos en ésa correcta dirección.

(*) Excongresista de la República

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

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