Marcelo voló al cielo para seguir brillando
Joven promesa del periodismo nos acompañó en La Noticia demostrando ser un humano lleno de talento y bondad

POR: GERARDO PORRAS
Son pocas las personas que reúnen las virtudes, condiciones o atributos necesarios para que se les pueda calificar como brillantes. Marcelo Mamani Meoño tuvo tan solo 19 años para demostrar, en este mundo terrenal, que era un ser privilegiado, una criatura excepcional. Hace unos días voló al cielo para brillar en otras constelaciones y alumbrar con su luz el camino de los suyos, de sus padres, de sus hermanos y de toda su familia.
Quienes trabajamos en La Noticia tuvimos la suerte de conocerlo. Llegó a la redacción cuando tenía apenas 18 años y cursaba el segundo ciclo de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de San Martín de Porres para realizar sus prácticas. Generalmente, las prácticas se realizan en los últimos de los diez ciclos de la carrera e incluso luego de egresar.
Por eso, parecía difícil que Marcelo pueda iniciar con éxito esa fase en el recorrido de todo estudiante. Sin embargo, demostró superar con creces los requisitos para redactar un texto periodístico: buena ortografía y rigor en el discurso narrativo. La entrada o lead, la estructura, el ritmo, el contexto y las famosas preguntas: qué, quién, cómo, cuándo y dónde, entre otros elementos, los aprendió en el camino, pues eran temas que sus profesores aún no habían tratado en las aulas.

Es así como Marcelo se convirtió en el “practicante estrella” de La Noticia. En pocos meses alcanzó un nivel superior a muchos otros jóvenes que incluso ya han terminado la carrera.
Saber de su partida nos partió el corazón, pero la huella que ha dejado nos da cierto consuelo. Fuimos a darle el último adiós y confirmamos que la educación se da en el colegio y la universidad, pero la formación, los valores, en la familia, en el hogar, y corre por cuenta de los padres, de los abuelos.
Amigos, vecinos, compañeros de aulas y muchas otras personas que lo conocieron y se reunfieron en su barrio, dan fe de que, además de inteligente y talentoso, Marcelo era un extraordinario ser humano, respetuoso, atento y solidario.

Su perrita Nala, a la que recogió de la calle y trató como un miembro más de la familia, también lo extrañará. ¡Vuela alto, Marcelo! Y brilla en el cielo, como tú lo sabes hacer.