En una entrevista con el doctor Elmer Huerta, el ministro de Justicia, Aníbal Torres, reconoció que la ciencia es el motor del desarrollo de toda sociedad. La ciencia, justamente, nos está salvando de una catástrofe mundial como la pandemia del COVID. Si los científicos no hubieran creado la vacuna, las cifras de contagios y muertos continuarían en ascenso y el mundo seguiría paralizado, con la población atrincherada en su casa, sin poder trabajar para ganar el sustento diario. Por eso la comunidad científica no entiende cómo a un médico señalado como charlatán se le haya dado la gran responsabilidad de ser ministro de Salud, más aún en estos tiempos de crisis sanitaria.
“La ciencia es el gran antídoto contra el veneno del entusiasmo y la supertición”, decía Adam Smith en el siglo XVIII. Han pasado cientos de años y aún hay gente que cree en el sebo de culebra. Pero no podemos negar la importancia de la medicina preventiva, tradicional o naturista, que son claves especialmente en lugares adonde no llega el Estado, ahí donde no hay ni una posta médica y para ir a un hospital hay que viajar durante varias horas. Pero la medicina propiamente dicha precisa de rigor científico.
Los anteriores gabinetes cayeron principalmente por las críticas a Héctor Béjar, Íber Maraví y Héctor Valer, quienes, según el oficialismo, fueron utilizados como chivos expiatorios por la oposición, pero, uno más que otro, tiene una hoja de vida que deja mucho que desear. Sin embargo, las críticas a Edgar Condori, el actual ministro de Salud, son más abundantes y no vienen solo de la oposición ni solo de las tiendas políticas, sino también de gremios profesionales y la comunidad científica en general. Sería saludable para el Gobierno curarse en salud en este asunto en procura de la estabilidad tan necesaria para trabajar por el país. Sin embargo, todos sabemos que el actual titular de Salud no piensa renunciar al cargo y la presentación del nuevo gabinete encabezado por Aníbal Torres, corre el peligro que sea censurado creando una grave crisis política y una inestabilidad económica, en perjudico de la población. Porque lo digo y escribo siempre lo firmo.
