
Existe la inveterada costumbre de expresar deseos al inicio de un nuevo año. El cambio de año está asociado en el imaginario popular con un cambio de ciclo. Como el inicio de nuevas oportunidades y el cierre de lo malo que trajo el año anterior. Es un momento en que inconscientemente la gente se llena de esperanzas y deseos de prosperidad y cambio.
En la práctica no existe ninguna razón para pensar que al cambiar el año cambien las cosas, pero sumándome a esta popular creencia expresaré algunos deseos políticos para este nuevo año.
1. Que finalmente se imponga la razón y el Perú se libere del gobierno neosenderista y corrupto de Castillo y sus cómplices.
2. Que el castrochavismo y sus tentáculos del narcotráfico quiten sus garras de nuestro país.
3. Que triunfe la libertad en Hispanoamérica y caigan las dictaduras corruptas que afligen a los pueblos del continente. Que la calles de La Habana, Managua y Caracas se conviertan en las amplias vías en que discurran ciudadanos libres.
4. Que desaparezcan el Foro de San Paulo y el Grupo de Puebla.
5. Que tengamos autoridades que devuelvan a la persona humana la dignidad que Dios le concedió desde el principio; respetando derechos fundamentales tales como el derecho a la vida, a establecer una familia, a educar a los hijos en sus tradiciones y costumbres, a mantener y desarrollar una formación y educación religiosa de acuerdo a sus creencias.
6. Que las leyes protejan el derecho al trabajo y el salario justo, así como la consecuente protección de la propiedad privada, entendida esta como una extensión de la libertad y ejercicio de la misma.
7. Que la justicia se despolitice. Que finalmente tengamos jueces y fiscales independientes. La actividad judicial ha sido alterada por jueces y fiscales sumisos y vinculados al servicio determinados grupos, cuyos planes determinan la aplicación de una justicia manchada por intereses ideológicos cuando no de pura corrupción.
8. Que el Congreso de la República asuma con seriedad sus responsabilidades, que la oposición democrática logre el consenso y la unidad frente a la corrupción y los afanes totalitarios.
9. Que se renueven los funcionarios corruptos de los organismos electorales y que los nuevos que asuman estos cargos actúen con independencia y corrección.
10. Que finalmente los corruptos que han lucrado en el poder vayan a prisión. Que veamos tras las rejas a los que se han enriquecido a costa del atraso del país, a los que se vendieron al mejor postor, que hicieron obras sobrevaluadas, carreteras a la nada y puentes que se desploman.
11. Que Lima finalmente elija un alcalde a la altura de su grandeza, su tradición y su pasado.
Son algunos de mis deseos. El Perú merece más. Merece que asumamos la responsabilidad de hacerlo grande. Hay que trabajar para lograrlo y que se cumpla el vaticinio de Riva Agüero cuando dijo “Algún día por obra de una generación más activa, feliz y decidida que la nuestra el Perú volverá a ser grande como en sus mejores días”.
(*) Analista político
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