Walter Hunt: el inventor de la máquina de coser
También creó el imperdible y vendió la patente por US$ 400 para pagar una deuda de 15

Walter Hunt (1796-1859) fue un ingeniero e inventor norteamericano que vivió y trabajó en el estado de Nueva York. Tuvo una prolífica vida como inventor, destacando especialmente por creaciones tan populares como la máquina de coser (1833), el imperdible (1849) o el precursor del fusil Winchester, entre otras. Sin embargo, por diversas circunstancias, no se dio cuenta de la importancia de muchos de los artefactos que inventó.
Por ejemplo, no llegó a patentar la máquina de coser por el miedo a dejar sin trabajo a mucha gente. Posteriormente, el inventor Elias Howe realizó varias mejoras al invento de Hunt y lo patentó, hecho que lo llevó a los tribunales.
El caso del imperdible fue muy particular. Hunt tenía una deuda de 15 dólares a la empresa W. R. Grace and Company y el tiempo para pagarla se agotaba. Desesperado, Hunt se sentó en su taller rodeado de engranajes, telares y bocetos inacabados, lleno de incertidumbre por la mala racha que estaba viviendo. De repente, una curiosa idea vino a su cabeza: recordó que el mundo estaba lleno de alfileres rudimentarios que solían encarnarse en los dedos. Entonces pensó: ¿y si existiera una forma de hacerlos más seguros?
Entonces tomó un trozo de alambre de ocho pulgadas y empezó a doblarlo con dedos. De pronto, sus manos tenían una pequeña pieza metálica que podría cambiar la forma en que se usaban los alfileres y revolucionarlo todo. Comenzó a modelar el alambre, dándole forma curva y añadiendo un pequeño cierre que ocultaba la peligrosa punta. ¡Era perfecto! Un pequeño invento que cambiaría la forma en que las personas sujetaban telas, vendajes y adornos. A este invento lo llamó “imperdible”.
Con apenas un puñado de monedas en el bolsillo, patentó su creación el 10 de abril de 1849. Y, en un arrebato, vendió su patente por 400 dólares, que le permitieron saldar su deuda de 15 dólares, pero que jamás reflejarían el verdadero valor de su invención. Walter Hunt jamás imaginó que, por una deuda insignificante, terminaría creando uno de los objetos más utilizados en la historia.