Opinión

El avance del crimen organizado en América

Por: Victor A. Garcia Belaunde

En el lejano 6/6/1968, después de salir victorioso en las elecciones primarias en California, es asesinado el senador Robert Kennedy de quien se aseguraba iba a ganar la presidencia de los Estados Unidos. Roberth era hermano de John quien también fue asesinado el 22/11/1963 cuando era presidente de su país.

El asesino de Roberth Kennedy de nacionalidad jordana decidió ultimarlo porque tenía una política de acercamiento con Israel; cierto o no, el hecho trascendental es que se truncó la vida de un político que no tenía miedo a decir lo que iba a hacer en un país que en aquel momento estaba cercado por la segregación racial, los negocios armamentistas, la guerra fría y la comercialización de drogas.

El 18/8/1989 Luis Carlos Galán Sarmiento es asesinado en Colombia cuando postulaba por el Partido Liberal a la presidencia de su país, había salvado días antes de un atentado. De acuerdo con las investigaciones los autores intelectuales eran los carteles del narcotráfico colombiano Pablo Escobar y Gonzalo Rodríguez Gacha en combinación con Miguel Maza Martínez director de seguridad de la policía colombiana.

El 22/3/1990 es asesinado Bernardo Jaramillo Ossa otro candidato presidencial que postulaba por el partido Unión Patriótica, un sicario menor de edad lo ametralló en un aeropuerto y murió convenientemente meses después.

Más adelante el 23/3/1994, otro candidato presidencial con amplio respaldo popular es asesinado en México, Luis Donaldo Colossio era favorito para lograr la elección como presidente de su país y era candidato por el Partido Revolucionario Institucional (PRI); en un discurso ante el monumento de la Revolución mexicana el 6/3/1994 marcó el quiebre con la administración de Carlos Salinas de Gortari; este discurso fuerte y fiscalizador lo encumbró como una esperanza de regeneración del viejo PRI. Muerto Colossio asumió Ernesto Zedillo quien dejó que el asesinato de Colossio quedara siempre en el misterio.

Convocadas las elecciones generales en Ecuador por el presidente Guillermo Lasso después de usar el mecanismo de la “muerte cruzada” y resolver de plano la crisis de gobernabilidad de nuestro vecino del norte; faltando poco más de una semana para la consulta, vimos con estupor el asesinato de Fernando Villavicencio, candidato a la presidencia quien salía de una manifestación donde les habló a sus partidarios y al subir a su vehículo le disparan fallando su seguridad personal. Los sospechosos, 6 colombianos todos con antecedentes penales y el que falleció a causa del forcejeo y los disparos fue detenido en julio por tenencia ilegal de armas y que las autoridades ecuatorianas no saben cómo este sujeto se encontraba en libertad. ¿Algún parecido con nuestra realidad?

En el Perú tuvimos un caso parecido, en 1917 al culminar su periodo de diputado por Cotabambas Rafael Grau Cabero hijo del héroe Miguel Grau, se presenta a la reelección en las elecciones complementarias e inicia su campaña proselitista, Grau tenía ya una fuerte rivalidad con Santiago Montesinos Guzmán y su familia quienes por su influencia cometían abusos contra la población de la zona, en una emboscada en Palcaro hubo una balacera resultando muerto Grau y su amigo Mariano Díaz Asenjo. Montesinos fue sentenciado y desde este episodio se eliminó la influencia de los Montesinos quienes pretendían tener poder político.

Esta secuencia de hechos donde la delincuencia pretende manejar o ingresar en la política, nos presenta una realidad que viene de muy atrás a la que se ha adicionado el componente del sicariato para perpetrar la eliminación del rival. La inseguridad ciudadana que padecemos por las bandas organizadas venidas del extranjero, sumada a la falta de políticas gubernamentales o su ineficacia, presenta al Perú como una presa de la delincuencia y lo sucedido en Ecuador podría también darse en el Perú ante la pasividad de sus autoridades.

(*) Excongresista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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