Opinión

El factor caviar (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Es realmente insólita e inédita la amistad, por llamarla de una manera, entre la derecha y la izquierda en el país. Cuando empezó la campaña para las elecciones presidenciales de 1990, el candidato favorito era Mario Vargas Llosa, de una coalición de derecha, el Fredemo, que había nacido para hacerle frente a la “amenaza comunista” que aparentemente acababa de asomar en el primer gobierno de Alan García, con su estatización de la banca. El escritor incluso ganó la primera vuelta electoral. En la otra orilla política, el posible retorno de la derecha al poder escandalizó a los partidos de izquierda, que movieron cielo y tierra para lograr evitar que Vargas Llosa sea elegido presidente. ¿Y cómo lo hicieron? Apoyando a un candidato desconocido que en ese entonces se ubicaba en el centro: Alberto Fujimori.

Así, no solo en el Perú, sino en todo el mundo, izquierda radical y extrema derecha siempre han sido enemigos irreconciliables, no se podían ver ni en pintura, por sus ideologías, por sus principios, por lealtad, por historia. Por ahí hubo algunos devaneos de facciones nada recalcitrantes, pero el romance nunca terminó en el altar. En España, por ejemplo, alguna vez se ensayó una alianza entre una derecha nacionalista y una izquierda republicana, pero esa relación antinatural no llegó a buen puerto.

Entonces, ¿a qué se debe esa suerte de arrejuntamiento entre Perú Libre y Fuerza Popular? Vladimir Cerrón tiene la respuesta: “Coincidimos porque combatimos a un enemigo común, que es la izquierda caviar (…) Podemos coincidir con el fujimorismo y con otros, pero con la izquierda caviar, no, ellos son nuestro enemigo principal (…) Los caviares son para nosotros la principal amenaza, un enemigo más peligroso que la ultraderecha neofascista”. Increíble, pero cierto.

Resulta que el fujimorismo —apareció a finales de los 80 ubicándose en el centro, pero ahora es catalogado como de extrema derecha— también tiene un encono exacerbado contra los políticos caviares, a quienes moteja peyorativamente como la “caviarada”. Sin embargo, Renovación Popular, que también es etiquetado como un partido de derecha, se abstuvo de integrar la Mesa Directiva que, con la presencia de Fuerza Popular y Perú Libre, confirmó el aludido idilio político. En el partido de Rafael López Aliaga también aborrecen a los caviares, pero su enemigo principal parece seguir siendo el comunismo.

Los caviares, entonces, son los causantes de la desunión no solo en la izquierda, sino también en la derecha. Y eso puede traer consecuencias en las próximas elecciones. Lo analizaremos mañana. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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