Por: Lilly Bustamante
Julio, mes de la Mamacha Carmen. La solemne y tradicional celebración en su honor se inicia los días 15 y tiene lugar en la región Cusco, esencialmente en Paucartambo, donde multitud de devotos se reúnen para participar en un festejo lleno de música, danzas y vistosos trajes que atraen a miles de visitantes. En realidad, el homenaje es a la misma Virgen del Carmen, que en 1972 fue reconocida como “Patrona de las Danzas Folklóricas” y en 1985 recibió los honores del Papa Juan Pablo II en el Cusco.
En el día principal, Mamacha Carmen sale en procesión a las calles para derramar bendiciones y alejar a los espíritus malignos, mientras grupos de bailarines desfilan por las adoquinadas arterias del pueblo, seguidos de cerca por bandas y orquestas.
De acuerdo con la historia, en un viaje, el Conde de Lemos descubrió su efigie en Pucará y encargó réplicas para Pucará y Puno. La destinada a Puno nunca fue recogida, pero una persona adinerada trasladó la imagen a Paucartambo, donde se le celebra con gran solemnidad desde entonces. Mamacha Carmen, que lleva al Niño Jesús en su brazo izquierdo, está tallada en madera.
La festividad tiene lugar anualmente del 15 al 18 de julio, y culmina con una fiesta de despedida conocida como “kacharpari”. Sus danzas son una gran atracción para los turistas. La danzaq o tusuq, reconocida por su gracia y vistosidad (se le atribuye el poder de seducir a las jovencitas quinceañeras). Las chunchachas, representan a las mujeres selváticas de Kosñipata, muestran notable influencia mestiza en su vestimenta y música. El qhapaq negro, llamado “negro rico”, evoca el pasado de servidumbre y esclavitud de la población afrodescendiente. La qhapaq qolla, que representa a los habitantes del Qollasuyu, tiene sus orígenes en la época colonial. La qhapaq ch’uncho representa a los valientes guerreros de la selva de Qósñipata, de Paucartambo, su vestimenta luce plumas, cabellos largos, máscaras de malla y un faldón llamado “unku”.
