Opinión

Irresponsable festín

Por: Antero Flores-Araoz

Una de las normas más importantes en el manejo económico financiero de los asuntos públicos, incluido por supuesto el gasto, es que exista equilibrio entre los ingresos y los egresos del Estado. En el año 2023, ese equilibrio fue solo en el papel, pues con el correr de los meses nos encontramos ante la penosa realidad de que los ingresos tributarios habían bajado, lo que se reflejaba en la recaudación, pero pese a ello no se dieron los correctivos.

Como si estuviéramos en el mejor de los mundos, desde las dependencias del Estado se notó un indeseado e inmotivado festín en el gasto corriente, sobre todo en el rubro de contratación de personal en sus diferentes modalidades laborales, la jugada de consultorías, los favores en el incremento del número de asalariados estatales, incluso con sospechas de favores non santos, beneficiando a parentela, amigos y otros seres queridos.

El leer diariamente el periódico oficial, “El Peruano”, nos demostraba que hasta el menos importante funcionario público requería asesores y consultores, cuando de ser necesarios mejor se les contratara para el cargo y se despidiera al funcionario ineficiente y no conocedor de sus obligaciones laborales. Además, las contrataciones por órdenes de servicios, se daban con gran generosidad, cuando los dineros del Estado no son de propiedad de los funcionarios, sino que han sido logrados gracias al cumplimiento de obligaciones tributarias de los contribuyentes.

También las autorizaciones de viaje campearon por doquier, como si no tuviésemos representantes diplomáticos en otros países, que pudieran hacer los cometidos, por supuesto sin afectar a los viajes para asuntos oficiales de importancia y que por su especialidad no pudieran ser materia de delegación.

En el nuevo año que se inicia, el Presupuesto General de la República ha aumentado, pero los ingresos en la realidad no aumentarán, dado que la recaudación decrecerá debido a la desconfianza de los actores económicos, que observan el manejo inadecuado de las finanzas públicas y la apreciación con luna de aumento, de los ingresos tributarios, que como sabemos no aumentarán, lo que obligará a recurrir a empréstitos nacionales e internacionales, cuyo costo del servicio está en ascenso.

Como vemos el panorama, para no ser duros en las expresiones, no es nada halagüeño, pero nuestras autoridades siguen en el mejor de los mundos como si estuviésemos en tiempos de bonanza, los que prontamente no se van a producir, insistimos porque no se hace lo debido para generar la confianza que generó durante varios lustros el manejo sensato del aparato público.

Nos dirán que el Estado tiene que ayudar, bueno pues que ayude, pero con la generación de puestos por ejecución de obras y no por contrataciones burocráticas sin sentido. Si se hacen obras se mueve la economía, se da trabajo efectivo, se compran materiales con lo que las industrias también mejoran y al final es la población la que se beneficiará con las obras.

Las medidas de austeridad dispuestas en la Ley de Presupuesto del 2024, son insuficientes, por lo que es necesario que desde los diferentes sectores de la administración ellas se complementen.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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