Diríamos que es casi axiomático, que cuando por lo general, en diversos aspectos, la incertidumbre crece, el resultado es que la economía decrece, una va en aumento y la otra en descenso.
Pero no hablamos solamente de lo que podríamos llamar incertidumbre económica, sino cuando ella además se entrelaza con incertidumbre en aspectos sociales, políticos e incluso gubernamentales. Si los agentes económicos que son los que demandan trabajo, el que a su vez genera bienestar, advierten que en el país hay conflictividad social, manifestaciones, marchas y protestas, con o sin razón, con o sin justificación, evidentemente es un signo para que dejen de invertir, pues nadie pone sus capitales en riesgo más allá de lo conveniente.
Igualmente, cuando hay conflictividad política, en que estamos en lucha perenne entre las agrupaciones políticas de centro, de derecha y de izquierda y, en que las agrupaciones de centro y de centro-derecha, son incapaces de concertar razonablemente para hacer frente en las próximas elecciones a los profetas del infortunio, como son las izquierdas, radicales o no, incluida por cierto la llamada “caviarada”, que son los rojos con mejores modales
y preparación; indiscutiblemente los actores económicos se inhibirán de invertir.
¿Quiénes pierden? Pues sin duda alguna todo el país que no se desarrolla, los que carecen de empleo, cuya situación de desempleo se alargará y, el propio Estado pues la recaudación tributaria disminuirá y no se
podrán hacer las obras que el Perú requiere.
Si a todo lo que hemos expuesto le agregamos acciones perversas desde diversos estamentos del Estado, que crean confusión, por no decir desolación, la cosa es más grave aún. Es inentendible que, en el Congreso, lejos de dar las leyes que la patria requiere, estén en permanente pugna unos con otros, con acusaciones que van y vienen, con maltrato incluso a ministros y encima haciendo gastos inútiles.
“El Poder Judicial, Ministerio Público y JNJ están en constantes pugnas que a nada conducen, cuando deberían estar concentrados en el ejercicio de sus facultades y atribuciones, sin entrometerse en las tareas de los otros”
El Ejecutivo tampoco se queda atrás, pues a la ineficiencia de la burocracia gubernamental, se agrega el
exceso de tramitología y el maltrato al administrado. El Poder Judicial, Ministerio Público y JNJ están en constantes pugnas que a nada conducen, cuando deberían estar concentrados en el ejercicio de sus facultades y atribuciones, sin entrometerse en las tareas de los otros, pero además haciéndolo con oportunidad, pues la demora judicial y fiscal ya es tormentosa para los judiciales.
Como vemos el clima de conflictividad que envuelve al país, no es el idóneo para nuevas inversiones o incrementar las existentes. El país requiere tranquilidad para que los actores económicos hagan su tarea.
Como lo advierten los diversos organismos financieros internacionales, al igual que las agencias que miden riesgo país, agregándose los estudios económicos de los principales bancos, incluido el Banco Central de Reserva, el crecimiento del Perú está en descenso y tal situación no se corregirá, mientras se advierta el clima de incertidumbre al que antes nos hemos referido.
Recuerden los violentistas, vándalos y profetas del desastre, que todos ellos también se perjudican si es que el país no avanza y, ello por su culpa.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros