Imagen de un futuro no deseado… pero probable

Por: Fernando Cillóniz Benavides

Por qué le costará tanto –a tantos– aceptar la realidad? En todo el mundo, las carreteras son espacios públicos. En el Perú, no. En nuestro país, hoy hay decenas de carreteras bloqueadas, donde se cobran cupos para no atentar contra los choferes y pasajeros atrapados en los bloqueos, y para no dañar sus vehículos.

Numerosos aeropuertos regionales han sido atacados por vándalos, propiciando el cierre de dichos aeropuertos. Nadie puede volar hacia – y desde – dichas localidades. Lo mismo ha ocurrido con otros locales públicos como Fiscalías, Comisarías, Municipios, etc. y locales privados como viviendas de autoridades regionales, viviendas de congresistas, fábricas particulares, fundos agrícolas, y demás.

¿Protesta social reivindicativa… o secuestro delincuencial extorsivo? ¿Qué está pasando en nuestro país? Claramente, lo segundo. La renuncia de Dina Boluarte, la liberación de Pedro Castillo, la Asamblea Constituyente, la Nueva Constitución… todos son cuentos que esgrimen aquellos que ganan con el caos y la anarquía: narcotraficantes, mineros ilegales, delincuentes extorsionadores, políticos y empresarios corruptos, y demás.

Lo que estamos viviendo no tiene nada de protesta social reivindicativa. Efectivamente, nadie protesta por falta de agua, salud, educación o seguridad. Nadie protesta por salarios o mejoras laborales. Nadie protesta por la corrupción en el Estado o por el fracaso del proceso de regionalización del país. Nadie.

Más bien, hay una clamorosa falta de información. ¿Quién lidera a los manifestantes? ¿Quién los financia? ¿Por qué no dan la cara? ¿Por qué se cubren el rostro? ¿Por qué hay tan pocos detenidos? Sin embargo, hay también mucho cinismo e hipocresía. Me refiero a aquellos periodistas, académicos y políticos que soslayan los actos delincuenciales de los manifestantes, y se centran exclusivamente en contar muertos y heridos, y – por supuesto – culpar de ello a la presidenta Dina Boluarte. ¿Acaso no ven que las “protestas” (entre comillas) no tienen nada de pacíficas, y sí mucho de violentas y delictivas?

Por ello, me sorprende – y decepciona – la debilidad del Estado frente a delincuentes que flagrantemente, en sus narices, están bloqueando carreteras y saqueando a medio país. Un Estado que, cuando interviene, lo hace a través de policías totalmente desarmados, carentes de los más mínimos mecanismos de autodefensa, numérica y tácticamente muy inferiores a los delincuentes que tienen que enfrentar. Así, los policías resultan humillados y masacrados a mansalva. ¡No hay derecho!

Ahora bien, el problema es que lo que vendrá a continuación será mucho peor. Ante la clamorosa falta de Estado, la ciudadanía – desesperada – va a tomar al toro por las astas. Los choferes y pasajeros varados en los bloqueos, los bodegueros y dueños de pequeños negocios, los trabajadores que quieren – y necesitan – trabajar para mantener a sus familias, y la ciudadanía en general… todos vamos a repeler – a la bruta – a los extorsionadores.

A eso nos está llevando el Estado. Un Estado – y cierta prensa – que no distingue una protesta social reivindicativa, de un secuestro delincuencial extorsivo. Un Estado ausente y permisivo del caos y la anarquía. Y una ciudadanía harta y desesperada que, ante la ausencia e inacción del Estado, se armará como sea para repeler y contrarrestar el chantaje y la extorsión.

He ahí una imagen de un futuro no deseado… pero probable.

(*) Ex presidente regional de Ica

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ver también
Cerrar
Botón volver arriba