Hay que militarizar nuestras fronteras de inmediato

Por: Hugo Guerra Arteaga

Este domingo el pabellón nacional debe izarse en todas las ciudades y puestos de frontera especialmente en la región Puno, y no hay excusa que lo impida. Se trata de reafirmar la soberanía nacional del Perú y enviar un mensaje a los países vecinos de que estamos realmente dispuestos a defender el territorio nacional. La exigencia no se fundamenta solamente en que debe lavarse el honor del ejército que la semana pasada fue impedido por una mesnada del populacho en Desaguadero a cumplir con la ceremonia ritual de levantar la bandera en la plaza principal, sino que existe una serie de factores alarmantes que obligan a una reacción política y militar urgente.

En lo interno es inaceptable lo que está pasando en Puno: Sendero, a través del Fudepp, controla a la población y usa como marionetas a las autoridades locales; así dispone de horarios y rutinas de cuando comerciar, cuando salir a la calle y cuándo dar pase en los puentes internacionales que conectan con Bolivia. Además, la semana anterior los cabecillas han realizado una conferencia de coordinación con varios frentes y movimientos insurreccionales que apuntan a un nuevo levantamiento masivo del sur peruano planteando ya no solo la renuncia de Dina Boluarte, sino el macro objetivo de separación territorial y el inicio de una nueva república del sur manejada desde La Paz.

Mientras tanto la policía y los militares peruanos se han replegado en sus cuarteles, cometen errores estratégicos, no desarrollan adecuada inteligencia preventiva y, encima, como se ha denunciado en la prensa, a través de algunos oficiales de mediana importancia están infiltrados por los caviares para quienes trabajan o filtran información clasificada.

En suma, un desastre que debe corregirse con sanciones disciplinarias y un cambio de mando inmediato, mas aun teniendo en consideración que Puno está en estado de emergencia y que ya han asesinado a seis soldados sin que se tomen medidas correctivas rigurosas.

Desde la perspectiva política, Boluarte simplemente ignora el tema, Otárola lo minimiza y los ministros de Defensa e Interior demuestran que son incapaces y cobardes como para afrontar el reto planteado.

Pero el problema no termina allí. En el cono sur sudamericano y específicamente en el trapecio andino se están desatando peligrosas fuerzas geoestratégicas de las que debemos estar conscientes. So pretexto del fenómeno de los emigrantes ilegales venezolanos que Chile empuja al Perú y de corrientes de numerosos bolivianos, chilenos y argentinos que escapan de sus respectivas tragedias nacionales (básicamente economías quebradas y regímenes no democráticos) se está ejerciendo presión muy fuerte contra nuestro territorio. Pretenden que abramos las puertas sin ninguna precaución como ocurrió el 2017 con las políticas absurdas de PPK.

Bolivia ha movilizado a su ejército a la frontera para apoyar a sus comerciantes y sobre todo a sus contrabandistas de oro, combustibles y tratantes de personas; Chile también ha destacado a sus tropas hasta la línea de frontera para que su problema con los migrantes ilegales los asuma nuestro país; y se espera movimientos militares fronterizos de Brasil y Argentina.

Todo esto en medio de la amenaza subversiva y separatista alentada desde el supremacismo aimara para dividir al Perú.

Frente a eso nuestra respuesta debe ser denunciar lo que realmente está ocurriendo, presionar políticamente al gobierno inepto de Boluarte desde el Congreso y militarizar nuestras fronteras con un despliegue de personal y equipos en magnitud excepcional. Lo que está en juego, además de honor manchado por los aimaras, es preservar la unidad de la república y cuidar hasta el último centímetro de nuestro territorio. No hacerlo sería una cobardía imperdonable.

(*) Analista político

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