Por: Lilly Bustamante
La dilatada y exitosa vigencia artística del concertista de arpa Florencio Coronado es recordada con especial
admiración y afecto por sus admiradores a 14 años de su alejamiento. Fue fundador de la Compañía Peruana de Arte Folclórico Tahuantinsuyo y recibió importantes premios, como lauros congresales, en reconocimiento
a su talento.
Corría el año de 1928, aún jovencito tomó parte del otrora Festival de la Pampa de Amancaes del Rímac, donde
alzó su primer premio. Nació en Huamanga, Ayacucho, y su deceso —a los 92 años— se produjo el 22 de octubre de 1918. Sus restos descansan en el Parque del Recuerdo de Lurín.
Los cronistas afirman que fue un niño virtuoso tocando el arpa desde los 7 años de edad. Ya más
adelante, ante la oposición paterna, emigra a la capital y entra de lleno a la música sin presagiar que
se convertiría en figura importante del folclor nacional.
Florencio Coronado en vida recibió meritorias condecoraciones como la Orden del Sol y la Orden
del Servicio Civil, ambas en el Grado de Comendador, otorgadas por el Congreso de la República.
Además, Las Palmas Magisteriales en el Grado de Amauta por el entonces Senado de la República,
entre otras preseas. Dejó un importante legado musical, cinco longplays, temas como “El cóndor pasa” (versión en arpa), “Estrellita del sur”, “Vírgenes del sol”, “Blanca ciudad”, entre otros. Actuó en importantes escenarios del extranjero.
Estuvo casado con Delia Camac, “Sumac Qoyllur”, soprano de coloratura, tuvo un hijo que lleva su
nombre, Florencio.