Coqueteos con el extremismo
Por: Jorge del Castillo Gálvez

Estamos a un mes que una nueva directiva asuma el control del Congreso de la República y se empiezan a tejer mil hipótesis sobre las posibilidades de que uno u otro grupo tomen un acuerdo para asumir los cargos directivos.
Todavía estamos con el sinsabor del arreglo político bajo la mesa para elegir como Defensor del Pueblo a un activista de Perú Libre, ex congresista de Ollanta Humala, con foto gigante de Nadine incluida, y, últimamente abogado de Vladimir Cerrón. Tuvo 88 votos, sobrepasando por uno la votación requerida.
A los pocos días, el Pleno del Congreso blindó a cuatro niños de Acción Popular, liberándolos de una grave responsabilidad de orden penal. Era una forma de pagar el aporte que significaron esos cuatro votos decisivos para elegir al Defensor.
Dos semanas después, otra Comisión archivó tres denuncias contra congresistas “mocha sueldos”. Era obvio que todo era parte de una orquestación más inclinada a la corrupción que al buen gobierno. Ahora que viene la elección de un puesto en el Tribunal Constitucional, nos volvemos a acordar del tema, bajo la suposición que también podría ser parte del arreglo que permitió elegir al Defensor del Pueblo. Esperemos que no sea así.
En pocos días tendremos la elección de la Directiva del Congreso y lo escuchado hasta ahora no es muy alentador que digamos. ¿Es verdad que Fuerza Popular está en conversaciones con grupos de extrema izquierda? Waldemar Cerrón acaba de declarar que “no tendría problemas en integrar la Mesa Directiva del Congreso” que acuerde con Fuerza Popular (fujimorismo) y las bancadas de Perú Libre, Perú Democrático, Bloque Magisterial, todas ellas comunistas en diversos grados.
Esto sería una pésima decisión que demostraría que la impaciencia por el momento inmediato obnubila la visión de futuro que un partido de estado debería tener.
El Perú espera acuerdos decentes y no repartijas. Exige austeridad y no excesos. Demanda leyes sustanciales y no inútiles declaraciones de necesidad y utilidad o saludos a la bandera. Espera comportamientos decorosos y no vergüenzas como la del congresista Flores Ancachi (AP) que estuvo preso en Puno pendiente de una condena de hasta 10 años de prisión por delito común, que se permitía insultar a otros partidos cuando tenía tremenda viga atravesada en sus ojos.
¿No es posible que se junten bancadas cuyos miembros creen en la democracia dejando de lado sus diferencias para elegir una Mesa Directiva confiable? ¿Están algunos dispuestos a entregarle el poder a los extremistas, por algunos puestos burocráticos para sus afiliados?
Eso sería ceguera política irresponsable que tendría nefastas consecuencias y como todo lo que sucede tiene dos afectos, lo bueno de lo malo, es que el pueblo ya no volvería a confiar en quien vende su alma al diablo para obtener sus pequeñas granjerías.
(*) Expresidente del Consejo de Ministros
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