El fenómeno de la corrupción

Los eventos atmosféricos, como el ciclón Yaku o el fenómeno El Niño, no son recientes. Los Moche o Mochica (100 a.C. y 700 d.C.) constituyeron una floreciente cultura que incluso llegó a desafiar a los incas, pero llegaron a su fin en el siglo VII. Lo mismo ocurrió con los imperios Wari y Tiahuanaco centurias después. La causa de la debacle de estas culturas fue la misma: el fenómeno El Niño, que causó terribles inundaciones y sequías.

De tal manera que estos desajustes climáticos no empezaron en 1982 estando en el gobierno Fernando Belaunde, en el 97, con Alberto Fujimori; ni el 2014, con Ollanta Humala, años en los que El Niño golpeó con más fuerza. Es absurdo, entonces, que con tantos avances tecnológicos y los grandes presupuestos que se destinaron para la investigación y la prevención, el ciclón Yaku nos haya agarrado con los pantalones abajo, por decirlo de una manera grotesca, pero la que mejor grafica la situación.

Desde el punto de vista de la geografía, una quebrada es una abertura o desfiladero estrecho y escarpado que encajona una hondonada profunda, cuyas laderas bajan hacia los valles planos hasta llegar a algún río o el mar. En la provincia de Lima hay más de 60 quebradas y cada alcalde debe saber bien cuál de ellas, esté o no dentro de su jurisdicción, representa un peligro para la población, sus casas y sus áreas de cultivo. Sin embargo, pareciera que los burgomaestres ignoraran por completo esta información.

En el 2017, tras el Niño Costero, que terminó en el gobierno de PPK, se formó la llamada Autoridad para la Reconstrucción con Cambios (ARCC). Resulta que en seis largos años esta institución no ha hecho nada por armar un plan de prevención y mitigación de los efectos de los fenómenos naturales, como lo señala la congresista Silvia Monteza, quien plantea la creación de una comisión investigadora para identificar y sancionar a los responsables. Todo indica que, como lo afirma la legisladora, gran parte de los 26 mil millones que se destinaron a la ARCC fueron a parar a manos de corruptos. Se pagaron millones de soles hasta en las famosas consultorías. Increíble, pero cierto.

El 2016, Ollanta Humala anunció con pompa la compra de un satélite que costó US$206,7 millones y que permitiría monitorear todas las quebradas para evitar desgracias. ¿Qué hicieron con ese radar para advertir la activación de más de 50 quebradas por el ciclón Yaku solo en Lima? Ya no quedan dudas, la corrupción y la ineficiencia, juntas, son dinamita si se trata de causar o empeorar desgracias. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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