Fiesta en la tierra de Castillo

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Las fotos más difundidas en las redes el último fin de semana fueron las del carnaval de Cajamarca. Los jóvenes ironizaban que no se trataba de un concierto de AC/CD, Coldplay, Metallica, U2 o del mítico Woodstock en la explanada del complejo Qhapaq Ñan, sino el retorno de los carnavales, luego de tres años, a la tierra de Miguel Iglesias, Horacio Urteaga, José Sabogal, Walter Alva y el Indio Mayta. Y, sí, también del Pedro Castillo, quien es de Chota, una de las 13 provincias de Cajamarca.

Por esas cosas de la vida y de la política, hay algarabía, furor y optimismo no solo en Cajamarca, la tierra del expresidente Castillo, sino en casi todo el norte del país, pues el sol alumbra a todos y el verano invita a celebrar. Sin embargo, en el sur del país, principalmente en Puno, continúan las protestas y bloqueos de carreteras, aunque con menos violencia que antes. En las redes se viraliza un mensaje que, con humor negro, resume esta dicotomía: “Cajamarca no llora, Cajamarca factura”, parafraseando la conocida frase de una reciente canción de la cantante Shakira.

Pero hay que dejar en claro que eso no significa que las protestas del sur carezcan de argumentos o que todo lo que se denuncie sea falso. Hay demandas se sustentan en la verdad, otras no y en algunas se llega a la exageración. Hay de todo, pero en el fondo, el sur, especialmente la zona andina, es víctima de postergación, indiferencia y discriminación. Es por eso que algunos políticos, como Rafael López Aliaga, luego de analizar la crítica situación política, social y económica, proponen al Gobierno aplicar un shock de inversiones en Puno.

Qué bonito sería que la Fiesta de la Candelaria de Puno, declarada patrimonio cultural de la humanidad por la Unesco y que se celebra del 25 de enero al 8 de febrero, no hubiera sido cancelada debido a las protestas violentas y, más bien, como el carnaval de Cajamarca, motivo de una apoteósica celebración que simbolice en el sur la derrota de la pandemia y el inicio de la reactivación económica en esa parte del país. O sea, más turismo, más trabajo, más alegría.

Con las marchas violentas y los bloqueos de carreteras se perjudica la cadena productiva, el cultivo de la tierra, la producción artesanal e industrial, el comercio, el abastecimiento de alimentos y, por lo consiguiente, también los precios y el empleo. Ya llevamos casi dos meses en esta situación de crisis e incertidumbre, de parálisis económica, que está haciendo mucho daño. Es hora de encontrar ya una solución definitiva. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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