La tentación del poder (I)

Por: Martín Valdivia Rodríguez

La fecha de las próximas elecciones generales aún es incierta, pero ya se están lanzando algunas cartas. En la última edición del semanario “Hildebrandt en sus Trece” se barajan alrededor de cincuenta nombres. Nos parece una exageración. Hay varios factores que, según nuestro criterio, harán que no tengamos tantos candidatos presidenciales con opciones de ganar, como en anteriores procesos electorales. Recuérdese que en las elecciones del 2021 tuvimos 20 postulantes y, si bien los finalistas fueron Pedro Castillo y Keiko Fujimori, en algún momento se perfilaron como posibles ganadores Rafael López Aliaga, Hernando de Soto, George Forsyth y Yonhy Lescano. Ahora la cosa debe cambiar.

Veamos esos factores que reducirían las posibilidades de tener varios candidatos de peso en las próximas elecciones. La primera: La experiencia de Pedro Castillo, quien inicialmente quería despachar en Sarratea y luego tuvo que mudarse a Palacio de Gobierno —lo que es un indicio de que intuía lo que se venía—, ha dejado a trasluz los mecanismos y el funcionamiento de la maquinaria del poder, sus intríngulis, sus entuertos, los escabrosos vericuetos de su trastienda, sus tentaciones y sus riesgos. Por eso, a varios políticos —y no políticos también— que algún día soñaron con colocarse la banda presidencial, deben habérseles quitado toditas las ganas.

No por nada todos los presidentes elegidos en las urnas, desde el año 2000 hasta la fecha (Alberto Fujimori, Alejandro Toledo, Alan García, Ollanta Humala, Pedro Pablo Kuczynski y Pedro Castillo), tienen o tuvieron problemas con la justicia, acabaron presos o están cerca de la cárcel. Muchos de los delitos en los que estuvieron involucrados los expresidentes estuvieron tapaditos y la gran prensa los escondió debajo de la alfombra, hasta que Pedro Castillo osó llegar a Palacio. De la gestión del hombre, nada santa, por cierto, se sacaron radiografías que dejaron ver todo lo que pasaba por dentro.

Otra razón es el descrédito de la política en general, de la derecha y la izquierda, con todas las mezclas de colores en el centro, empezando por los caviares. El extremismo o radicalismo, tanto de la derecha como de la izquierda, ha ganado más anticuerpos de los que ya tenía. Por eso, según dicen, se están negociando alianzas tanto en la línea liberal como en la progre. Estas coaliciones reducirán el abanico, pero hay que tener en cuenta el retorno de algunos partidos y la aparición de otros. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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