Opinión

Terminó la temporada de lluvias… ¿y ahora qué?

Por: Fernando Cillóniz Benavides

El clima en nuestro país es más o menos así: de enero a abril, siempre, desde toda la vida, llueve copiosamente y hace mucho calor. Los reservorios se llenan con las abundantes aguas de lluvia. Sin embargo, mucha agua dulce, miles de millones de metros cúbicos, se pierde en el mar. ¿Por qué no construimos reservorios, sobre todo en la Sierra, para guardar parte de las abundantes aguas de lluvia y disponer de ellas en los estiajes?

En los veranos, como el que acabamos de pasar, los ríos se desbordan. Muchos huaicos caen embalados y arrasan con todo lo que encuentran en su camino: piedras, palos, bicicletas, carros, camiones, viviendas, enseres, plantas, animales… y, por supuesto, gente. ¿Por qué se permite que poblaciones enteras se asienten en cauces de huaicos?

De mayo a agosto, siempre, como ahora, hace frío. Mucho frío. Sobre todo en la sierra. En ese período, cesan las lluvias. Los que tienen acceso a agua de reservorios pueden regar sus cultivos y abrevar su ganado. Pero el resto la pasa mal. Muy mal. El frío intenso de la sierra, sumado al estiaje, se vuelve invivible. Los pastos se secan. Los animales malnutridos se enferman. Incluso algunos mueren de frío, hambre y sed. Miles de familias migran a la costa o la selva en busca de trabajo, comida y buen clima.

De setiembre a diciembre, se exacerba la desesperación por la escasez de agua. Seis o siete meses de estiaje son una eternidad para cualquier cultivo o crianza. En esa temporada aparecen las primeras lluvias, pero, claramente, son insuficientes. Por ello, todos los años, desde toda la vida, en noviembre o diciembre, el Gobierno declara al agro en emergencia… ¡por sequía!

Lo anecdótico es que, pocos días después de las declaratorias de emergencia por sequía, siempre sobrevienen los diluvios. No nos engañemos. El Estado, nuestro Estado, ha fallado estrepitosamente en materia de gestión de riesgos naturales. Entonces, ¿alguien, en su sano juicio, cree que la situación va a mejorar haciendo siempre lo mismo, sin cambiar nada en el Estado? Pues yo creo que no.

Para que la situación cambie y mejore, tenemos que despolitizar el Estado, profesionalizarlo y adecentarlo. Y eso se logra quitándole las competencias de salud y educación a los Gobiernos Regionales; las competencias de agua potable, limpieza pública y vivienda a los Gobiernos Locales; y las competencias de infraestructura a los Organismos Públicos Descentralizados (OPD) que no sirven para nada. OPD como Provías Nacional y Provías Descentralizado del Ministerio de Transportes; Pronis del Ministerio de Salud; Pronied del Ministerio de Educación; Direcciones de Infraestructura de los Gobiernos Regionales y Locales, etc. Y en su reemplazo, previa disolución de las OPD antes mencionadas, hay que crear organismos autónomos especializados en cada una de las competencias estatales fallidas, con el concurso de los más calificados profesionales del país.

Dicho sea de paso, algo así propuso el efímero ex Ministro de Economía y Finanzas, José Salardi, pero no. Su propuesta no prosperó. Peor aún… lo sacaron del MEF.

Pero, ¡qué mal! El Estado peruano falló y seguirá fallando indefinidamente, con pésimos servicios de agua, vivienda, salud, educación y seguridad. Y en materia climática, seguiremos alternando entre huaicos, heladas y sequías, hasta nunca acabar. ¡Patético!

(*) Exgobernador regional de Ica.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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