Día de la Madre: usuaria de la pensión por discapacidad severa confiesa que su hijo es el mejor regalo de su vida
Rosa Segura está agradecida con la pensión no contributiva que le otorga el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social.

El Día de la Madre es una fecha especial para todos y Rosa Segura (68) celebrará con su familia. Vive con su hijo Martín (40) y su esposo Romel (71) en una casa ubicada en el Cercado de Lima. La calma que se percibe en su sala, donde suele elaborar unas coloridas tarjetas, contrasta con la bulla que se escucha en la calle por el paso del tren y los carros.
“Cuando me enfermé (a los 19 años), tenía mucha pena y hasta me quería morir, pero me dijeron que había un lugar donde capacitaban a las personas con discapacidad. Me inscribieron en los talleres de Arte Plumario. Estudié un año y la profesora me decía que aprenda ‘porque siquiera para el pan de mi casa iba a llevar’”, recuerda con alegría.
Con el arte manual, que aprendió con paciencia y mucha dedicación en el Centro Especializado de Rehabilitación Profesional (CERP) de La Victoria, Rosa demuestra que tener paraplejía espástica no es impedimento para salir adelante y ayudar a su familia. Elabora hermosas tarjetas con plumas de pájaros que pega con minuciosidad en cartulinas.
“Gracias a Dios porque me dio un esposo que me comprende mucho. Él se encarga de lavar la ropa, de hacer todo lo que yo no puedo y a veces me ayuda a cocinar. Incluso a bañarme porque mi discapacidad es severa. Y mi hijo también, los dos me ayudan. Cuando tengo que salir, ellos me cargan, me movilizan”, destaca esta madre ejemplar.
Asimismo, Rosa precisa que los gastos de sus medicamentos y pañales son cubiertos con el dinero que recibe de la pensión no contributiva bimestral para personas con discapacidad severa, en situación de pobreza, que entrega el Ministerio de Desarrollo e Inclusión Social, a través del Programa Nacional Contigo.
“El dinero es para mis medicamentos. En la mesa ves bastante medicina. Estoy tomando colágeno para la piel. A veces me salen heridas y también necesito pañales. Con mis tarjetitas que hago, me ayudo para pagar la luz, el agua”, resalta.
De esta manera, colabora con la canasta familiar. Su esposo es electricista independiente, pero luego de la pandemia no tiene muchos clientes. Además, le brinda todo su apoyo a su hijo, quien por la cirrosis hepática dejó de trabajar como agente de seguridad.
“Tenemos que unirnos más y salir adelante. La hepatóloga le ha dicho a mi hijo que busque un donante para el trasplante del hígado. Es bueno, no fuma, no toma. Se preocupa de mí bastante. Cuando me ve enferma, me lleva al hospital. A veces cuando mi esposo no está, me lleva a las terapias. Yo lo amo mucho, es mi mejor regalo”, comenta.
Rosa es un ejemplo para todos, porque no se deja vencer por la adversidad. Su rol de madre la motiva a seguir adelante por el amor a su familia. Sin duda, es una mamá que está en todas y merece el reconocimiento por su valentía y amor que irradia.