Opinión

La caída de un tirano

Por: Francisco Diez-Canseco Távara

La abrupta caída del tirano Bashar al-Assad en Siria ha puesto en evidencia, al estilo de lo que ocurrió con el colapso de la Unión Soviética en 1991 y el desplome del Muro de Berlín en 1989: que los regímenes dictatoriales o los sistemas totalitarios pueden persistir en el tiempo.

Pero finalmente caen víctimas de sus propias contradicciones y de un hecho fundamental: la esencia de su poder se basa en la coerción, el abuso y la violencia y, en general, la violación permanente de los derechos y de las libertades fundamentales del ser humano, todo lo cual tiene un límite.

A la inversa, la caída de la democracia y la tentación de su migración a una autocracia o a un sistema totalitario ocurre como consecuencia fundamentalmente por las deficiencias sociales, políticas y económicas generadas por actores corruptos e ineptos que impulsan el caldo de cultivo necesario para que los enemigos del sistema democrático aprovechen sus propias libertades fundamentales para destruirlo.

Como lo señaló Churchill, el sistema democrático es el peor de los sistemas, pero es mejor que todos los demás. Esto es lo que tenemos que entender respecto de las futuras elecciones generales en el Perú: que la victoria de Pedro Castillo, más allá de las acusaciones de fraude o la irresponsabilidad de muchos de los habitantes de algunos distritos limeños, refleja la protesta y el rechazo de un importante y desinformado sector de la población respecto del manejo inmoral e ineficiente del Estado por parte de maquinarias electorales encabezadas por presidentes corruptos cuya evidencia se comprueba en las altas cifras de pobreza y corrupción que exhibe nuestro país desde hace muchos años.

Por eso necesitamos en el Perú una revolución pacífica que, precisamente, para eliminar la violencia estructural que puede conducir a la violencia armada o a opciones totalitarias, consolide una democracia con justicia social, seguridad ciudadana, estabilidad política, impulso real a los sectores productivos y una educación de primer nivel que promueva la innovación y la tecnología, todo ello con mano de hierro, tal como lo postula el Plan de Gobierno de Perú Acción.

(*) Presidente de Perú Acción. Presidente del Consejo por la Paz.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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