
Recordar es volver a vivir. El triunfo de la selección peruana sobre Uruguay nos trae a la memoria jornadas de gloria en las épocas de Didí y Marcos Calderón.
Tuve la suerte de vivir de cerca muchas de esas jornadas memorables en la condición de editor de Deportes y amigo personal de Marcos. Él me decía “sobrino” y yo le decía “tío2”. Los dos apellidamos Calderón.
Los dos eran extraordinarios técnicos de fútbol y geniales sicólogos ad honorem.
Didí le decía al “Nene” Cubillas que era igual que Pelé y a Baylón que era mejor que Garrincha.
En otras palabras, los brasileños, sus paisanos, eran un chancay de a 20, como solemos decir los peruanos.
Marcos Calderón reunía a titulares y suplentes en el centro de la cancha y les decía: “En el fútbol se patea la pelota y se disfruta, pero se hacen goles con calidad, alegría y hue… Ustedes saben de esas cosas mejor que yo. Salgan, diviértanse y ganen”.
Los resultados están ahí, en los registros de la historia.
En Santiago de Chile, un día antes de un clásico del Pacífico, Perú debía entrenar de 7 a 8 de la noche y Chile una hora antes. A las 7:00 p. m. por un túnel salió Perú con Marcos Calderón a la cabeza y por otro la selección chilena con su DT Caupolicán Peña.
En el centro de la cancha estaban Marcos Calderón hecho una fiera y yo a su lado, con la grabadora en la mano. Ahí también Caupolicán, al que la prensa y afición chilena llamaban “Caupolicán Piña” porque no acertaba una.
Marcos le dijo de todo. Creo que hasta de cómo se iba a morir. Caupolicán intentaba responder, pero solo tartamudeaba. Marcos Calderón estaba furioso por la falta de respeto. Así que decidió retirarse de la cancha, dejar a la selección chilena calentar por 20 minutos y luego regresó.
Junto con el reportero gráfico fuimos los únicos periodistas peruanos en la cancha, testigos de este impasse que hoy forma parte de la historia. La seguimos otro día.
(*) Periodista.
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