Dina flota en la mediocridad

Por: Hugo Guerra Arteaga

Seis meses después del golpe de estado tenemos un gobierno mediocre pero que debe terminar en julio del 2026.

Boluarte jamás debió formar plancha con Castillo al estar impedida por ley, también debió ser acusada constitucionalmente, pero al final el Congreso decidió pasarla por aguas calientes y la absolvió. Terminó así como presidente dentro de la norma constitucional; no para un gobierno de transición sino para culminar el período que vence dentro de dos años.

La cuestión parece ya irrevisable salvo escándalo mayor, pero Dina no termina de entender que si no es provisional, entonces debe hacer un gobierno pleno y no una simple administración de la crisis heredada.

Ha delegado la gestión en un personaje ideológicamente criticable, pero administrativamente eficiente como Alberto Otárola. Un tipo de prédica caviar (viejo admirador de Hugo Chávez y cobarde por no apoyar a las FF.AA. y la PNP en la lucha contra la subversión); aunque tiene manejo aceptable de un Gabinete que no está mal en líneas generales, salvo en las carteras del inefable ministro de Defensa, la lagartona ministra de Transportes y la repudiable ministra de Salud.

La política monetaria estable del BCR permite que el sol peruano se preserve como una de las monedas más fuertes de Latinoamérica; la inflación se ha desacelerado; pero la desconfianza de los inversionistas hace proyectar un crecimiento anual del PBI de un lastimoso 2,3% insuficiente para cubrir siquiera el crecimiento de la PEA. La inversión pública sigue contraída, no se han dado incentivos mínimos para el agro y no se apoya a las exportaciones mineras y agroindustriales pese a que la demanda mundial se ha disparado. Tampoco se trabaja en la reducción de la burocracia pública, el estado gasta irresponsablemente a manos llenas; y después del escándalo sobre la Reconstrucción con Cambios prácticamente nada ha cambiado, como lo demuestra la incapacidad para controlar la epidemia de dengue especialmente en Piura y amplias zonas del norte y la selva. Todo lo cual hace presagiar que el ya verificado fenómeno del niño nos golpeará duramente en el segundo semestre de este año.

En lo que sí se ha avanzado es en la destitución de los prefectos nombrados por el senderista Castillo y el recorte de las consultorías del sistema caviar que habían creado un estado paralelo apropiándose de reductos claves como la Sunedu; sin embargo, falta fumigar más profundamente la administración pública.

En el frente externo el saldo es mínimamente aceptable. Por fin hemos recuperado el liderazgo en la Alianza del Pacífico y hemos devuelto en parte el golpe a los foristas de Sao Paulo encabezados por López Obrador y Petro; además se ha reimpulsado la relación con EE.UU.; pero falta más iniciativa con Europa, China, Rusia y la prensa internacional.

Mediocre, como vemos, el gobierno de Dina flota; sin embargo está en grave falta en el tema clave del apoyo político a los militares y policías. Su incoherencia de ser Jefe Suprema, pero sostener “que no sabe nada del comando” y no defender los del agravio de la CIDH es un insulto. Eso puede pasar factura cuando la subversión terrorista está en vísperas de lanzar su tercera ofensiva, mientras todavía no se toma el control total de Puno donde es innegable el separatismo fomentado por la hostilidad de Bolivia, país contra el cual está pendiente una retaliación amplia.

¿Podrá Boluarte convertirse auténtica líder? No podemos pedirle peras al olmo, pero sí debemos exigirle cada vez más eficiencia y menos mediocridad.

(*) Analista político

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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