Gabriel García Márquez y José María Arguedas no fueron los únicos rivales de Mario Vargas Llosa. El Nobel peruano, al autor de “Cien años de soledad” le dio un puñetazo, mientras en su obra “La utopía arcaica” pretende lacerar el indigenismo de Arguedas. El Vargas Llosa tiene otro adversario, pero este sobrevive a sus diatribas y arrebatos pugilísticos. Se trata del economista Hernando de Soto, quien aprovechó una reciente entrevista con Beto Ortiz para desempolvar el pleito y tratar de rebatir, con documentos en la mano, un bochornoso texto que le dedicó Vargas Llosa en “El pez en el agua”.
Este libro contiene una autobiografía que cubre dos importantes periodos de la vida de Vargas Llosa. El primero de ellos, entre 1946 y 1958, un lapso en el que transcurre su niñez con la difícil relación con su padre, así como los inicios de su carrera literaria. El segundo, su corta pero intensa carrera política, especialmente los sucesos vinculados a su candidatura presidencial por el Fredemo, que culminó con su derrota frente a Alberto Fujimori en 1990.
En el mencionado libro las emprende contra De Soto. Cuenta que, mientras se organizaba un mitin en la plaza San Martín contra la estatización, De Soto, líder del Movimiento Libertad y aliado del Fredemo, se reunía en secreto con Alan García. “Hernando de Soto era tan vanidoso y susceptible como una ‘prima donna’. Pomposo y ridículo. Con su español trufado (aderezado) de anglicismos y galicismos y sus cursilerías aristocráticas”, escribe el Nobel sobre el autor de “El misterio del capital”.
Pero el ataque que más le dolió al economista fue que Vargas Llosa haya señalado que su verdadero apellido es Soto y que el “De” se lo puso “por pura coquetería y cursilería”, pues sus padres fueron Alberto Soto y Rosa Polar. Por cierto, el escritor y el economista son arequipeños y se conocen algunas cosas. Las elecciones que Fujimori le ganó a Vargas Llosa fueron en 1990 y el escritor publicó “El pez en el agua” en 1993. Es decir, más de 30 años después, el economista sale a responderle y dice que sus antepasados, hasta su bisabuelo, fueron De Soto, pero su abuelo se quitó el “De”. Y que su padre recuperó ese “De” en las partidas de nacimiento de sus hijos.
Hernando de Soto muestra su partida, en la que sí figura el “De”, pero Beto Ortiz advierte que aparece en letra chiquita y que por eso no lo convence. Así las cosas, la verdad sobre el apellido de Hernando de Soto sigue siendo un misterio que nada como un pez en el agua en las profundidades de la duda. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.