Los políticos en general están desacreditados, pero ese desprestigio no es igual en la derecha, la izquierda o el centro, pues unos están más maltrechos que otros. Es un fenómeno exclusivo del Perú, pues se da a nivel global. Las preferencias o antipatías de la población varían de acuerdo con coyunturas, ciclos y procesos cuyos actores son los políticos que tienen momentáneamente el poder. En estos tiempos, en el Perú es la izquierda la que ha perdido más adeptos y simpatizantes.
Así lo demuestra una reciente encuesta de Datum hecha para El Comercio, que encontró que el 34 % de la población no se identifica con ninguna posición política, lo cual era de esperar, pues la decepción es muy grande. La sorpresa está en que el segundo lugar lo ocupa la derecha con 27 %, cifra que tiene una relación inversa con los resultados de las elecciones presidenciales del 2021 que dieron ganador a Pedro Castillo, quien es de izquierda. Tercero está el centro con 21 % y en el último lugar lo ocupa la izquierda con apenas 13 %.
Una de las principales razones de esta caída en la izquierda debe ser, precisamente, la lamentable gestión del expresidente Castillo, que se enredó en la telaraña de una burocracia corrupta y se vio obligado a romper con un partido político que, a cambio de su membresía, lo obligaba a ceder cuotas de poder que horadaban su gobierno.
Luego están los congresistas de izquierda radical, cuya gestión, salvo poquísimas excepciones, fluctúa entre la incompetencia y la corrupción. Repetimos, este es un rasgo de los políticos en general y de los congresistas en particular, pero se inclina hacia la izquierda Si no son “niños” o “mochasueldos”, muchos izquierdistas, radicales o tibios, blindan con un voto cómplice a los que están implicados en tristes y vergonzosos escándalos.
Pero los que más daño le han hecho a la izquierda deben ser lo caviares que parasitan en el Congreso, en el Ministerio Público, en el Poder Judicial y en los demás estamentos del aparato estatal.
Cuando un político de izquierda decepciona, el golpe es mayor, pues los miembros de la progresía suelen pontificar y golpearse el pecho, fungiendo de sacrosantos luchadores sociales que buscan el bien común a costa de grandes sacrificios. Sin embargo, en la práctica, especialmente los caviares, son todo lo contrario, pues solo buscan arriar agua para sus molinos, velar por sus propios intereses y vivir cómodamente, entre el lujo y el derroche, mientras los electores que los eligen siguen en igual o peor condición. En ese nivel de desprestigio está la izquierda en estos tiempos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.