Opinión

En prensa hay de todo

Por: Antero Flores-Araoz

Reconocemos que la libertad de prensa seria y objetiva, es garantía para el ejercicio de los derechos ciudadanos y democráticos, a la vez que desempeña una obligación informativa certera. Por lo demás, no hay que olvidar que su tarea de investigación permite la fiscalización del aparato estatal y sus actores, facilitando las correcciones pertinentes o los procesamientos en caso de perpetración delictiva.

Si bien lo expuesto es el ideal de la actividad periodística honesta, la realidad presenta diversas aristas, que van desde quienes actúan con decencia y pulcritud, hasta los que hacen seda y pabilo de ella, sea con acciones u omisiones que lejos de la sensatez y corrección, se convierten en cómplices de la mentira, del escándalo y del daño a la honra y buen nombre de personas.

La actitud de la prensa fue dual en los acontecimientos de noviembre del 2020, desde la asunción de Manuel Merino como presidente constitucional, pasando por las manifestaciones contrarias a dicha situación y los lamentables enfrentamientos luctuosos y sangrientos de aquellos días, así como la secuela posterior por la infeliz actuación de la entonces Fiscal de la Nación Zoraida Ávalos, denunciando a Merino y dos de sus ministros, primero por acciones delictuosas y luego por inacción, las que han sido rechazadas por el Congreso en el respectivo trámite de acusación constitucional.

Decimos actuación dual, pues ha existido prensa seria que informó de los hechos y opinó sobre ellos. También existió prensa a los que algunos llaman “basura”, que lejos de ser objetiva, se volvió repetitiva, una y otra vez en noviembre del 2020, repetición informativa constante y machacona que en alguna medida se tornó promotora de más protestas pese a la situación de emergencia nacional y sanitaria que afectaba al país.

Informaba falsamente la misma prensa desvergonzada, que en las protestas habían desaparecido decenas de personas, las cuales sin embargo estaban “vivitas y coleando”.

En su relato de los hechos de violencia, la mala prensa imputaba a la Policía de excesos en el uso de la fuerza, cuando los fallecidos y heridos no fueron por armas ni proyectiles policiales, sino de terceros que se habían infiltrado en las protestas para crear caos.

Durante el antejuicio en el Congreso, la misma objetable prensa, trataba de influir en los parlamentarios diciéndoles que estaban blindando a los denunciados propiciando la impunidad por los fallecidos y heridos en la protesta. Falso, pues si bien el antejuicio es un filtro, era para casualmente impedir el uso político de lamentables sucesos, lo que no impide a la Fiscalía hacer bien su tarea y dar con los reales responsables de los daños.

Hubo hasta editoriales perniciosos, presión a los congresistas, falsas informaciones y errados comentarios, pero ni siquiera un mea culpa o un lo siento. Se hizo hasta editorial que lo medimos en centímetros, 30 de ancho por 45 de alto, pero cuando el Parlamento rechazó la denuncia, solo se informó dentro de un texto diverso con solo 9 centímetros por 4, menos hasta de un pequeño obituario. Es penoso observar el cambio de medios serios por panfletarios.

(*) Expresidente del Consejo de Ministros.

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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