Opinión

El voto: arma sin violencia

Por: Martín Valdivia Rodríguez

El derecho al voto ha costado sangre, sudor y lágrimas en todo el mundo. Hubo épocas en las sociedades antiguas en las cuales reinaban regímenes esclavistas, despóticos o totalitarios; no había derechos civiles, políticos, humanos, sociales ni de cualquier otra índole. Por eso, por más que los candidatos sean objeto de crítica de uno y otro lado, siempre hay uno mejor que otro. Ya sea por sus cualidades morales, sus habilidades, sus conocimientos, su experiencia u otros factores. Entonces, debemos elegir a uno.

Todos estamos llamados a hacer valer este derecho, que a la vez es un deber cívico, pues de nosotros depende quienes gobiernen nuestro distrito, provincia y/o región sean los mejores entre los candidatos que se presentan. Es una elección libre y nosotros, luego de analizar las hojas de vida y las propuestas de los candidatos, debemos elegir al que nos parece el mejor de entre los postulantes.

Es muy cierta la frase: “Alguien luchó por tu derecho al voto. Úsalo”. Le corresponde a Susan B. Anthony, activista social que, a principios del siglo XX, recorrió miles de kilómetros a través de las ciudades de Estados Unidos y de varios países de Europa dando cerca de 100 discursos por año sobre el derecho de la mujer al sufragio durante 45 años, aproximadamente. Viajó en carruajes, vagones, trenes, mulas, bicicletas, diligencias, transbordadores y, en ocasiones, en trineos.

El sufragio es el derecho político y constitucional a votar a los cargos públicos electos. El término «sufragio universal» ya había sido recogido en gran parte de las constituciones neoliberales del siglo XIX, pero hasta el siglo XX los estados liberales aún establecían límites al voto por sexo y raza. La lucha tuvo que seguir en medio de regímenes totalitarios, en su mayoría con uniforme militar.

En el siglo XIX, el primer presidente no militar en el Perú fue Manuel Pardo (1872), quien ganó las elecciones con la participación de solo 3,778 electores. Las mujeres obtuvieron el derecho al voto en 1955 y los analfabetos, recién en 1980 (con la Constitución del 79). El voto es una arma no violenta y más poderosa de una sociedad democrática, por ello debemos usarla pensando con mucha responsabilidad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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