Opinión

El tiro por la culata

Por: Ángel Delgado Silva

Si la 52 Asamblea de la OEA, en Lima, escondía el propósito subalterno de avalar políticamente a Pedro Castillo, los promotores de la idea quedaron con los crespos hechos. Primero, porque el evento no emitió una declaración al respecto, exhortando al Parlamento a reducir la animosidad e instando a un diálogo con el Gobierno “por el bien del país”. Pero, igualmente, no concitó la atención esperada. Pasó en general desapercibida. Y salvo en lo protocolar: la visita del secretario general a Palacio y sus expresiones a la prensa –lambisconas, nunca diplomáticas– no hubo más espacio para respaldar a un gobernante incapaz y corrupto, además de repudiado masivamente por el pueblo.

Tampoco la agenda del cónclave americano generó el entusiasmo previsto. La cuestión de la igualdad en clave globalista –en vez de derecho fundamental a la diferencia y su respeto por todos– no es un imperativo universal, sino el programa político de una moda ideológica. Es la postura de los caviares que entronizaron a Castillo, que niegan la naturaleza por un historicismo radical y voluntarista, que aspiran a una humanidad manipulable genéticamente.

Ellos no persiguen el reconocimiento ni la tolerancia con todo lo humano, sino homologar las características y los estilos de vida de minorías, imponiéndolas al resto de la comunidad. Poco importa desechar tradiciones, esconder valores o pervertir modos de existencia, que han forjado la identidad de nuestros pueblos. Y como dicha mutación cultural y humana, no concurre por vía del consenso social, recurren al discurso engañoso y a decisiones contra-mayoritarias emanadas de la administración pública o la judicatura, obviando al principio democrático. Por eso, mientras en los conciliábulos de la OEA diseñaban la manera de imponer políticas anti-vida y la ideología de genero, en las calles aledañas una multitud de hombres y mujeres del pueblo, rechazaban tan arbitrarias pretensiones.

Mas el intento oficialista-caviar debiera advertirnos. La lucha por la cultura está ahí vigente, también en el ámbito internacional. ¡Es la forma política de nuestro tiempo! Y no se agota con la producción de ideas. El sistema ya les ha dado materialidad a través de la jurisdicción internacional, con sus sentencias, opiniones consultivas e informes. Ha logrado que cierto pensamiento se vuelva vinculante para los países, sin pasar por los Congresos y obviando el imprescindible debate democrático.

Entonces, no cabe sorpresa si mañana las decisiones del Parlamento sobre la vacancia presidencial, la inhabilitación de Dina Boluarte, así como las denuncias constitucionales interpuestas por la Fiscal de la Nación, sean contradichas por los organismos de la OEA. En eso están: construir un blindaje internacional para Pedro Castillo y su gobierno, al margen del Estado Constitucional de Derecho peruano.

(*) Constitucionalista

* La Dirección periodística no se responsabiliza por los artículos firmados

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