Opinión

Como en el viejo oeste

Por: Martín Valdivia Rodríguez

Con el nombre de “Bala de plata”, en los años 50 y 60 se rodaron en México varias películas del género western. Una de ellas es “Bala de plata en el pueblo maldito”, con Julio Almada e Irma Dorantes como protagonistas. Curiosamente, ese filme tiene detalles que se relacionan con el Perú, donde la crisis política actual puede ser resuelta justamente con una “bala de plata”, pero no de verdad, sino una medida de orden legal. El otro detalle es que la recordada cantante peruana Jesús Vásquez interpreta allí el famoso vals “Engañada” (No creas que si tú te alejas te voy a rogar…).

La película trata de un joven que regresa a su pueblo natal luego de la extraña muerte de su padre. El médico dice que fue suicidio y se basa en que el finado tenía una bala de plata en su corazón, bala que solo él colocaba en su revólver. Varios amigos del padre tratan de conformar al hijo, pero un trabajador del rancho le advierte que el asesino puede ser uno de sus amigos. A partir de ese momento, el protagonista inicia una incansable búsqueda que incluye peleas a trompadas, duelos de pistola, intrigas, calumnias, encarcelamiento y algunas canciones.

En estos momentos, la pugna entre el Ejecutivo y el Congreso se asemeja a una de las balaceras que se dan en esa antigua película. Y el punto culminante de esta trama sería, precisamente, una “bala de plata”. Si ya se disparó la primera, tras la denegación de la confianza del Congreso al gabinete ministerial que presidió Aníbal Torres, una segunda “bala de plata”, que puede ser percutada en cualquier momento, dejaría al presidente Castillo en la facultad de declarar la disolución del Congreso y los 130 parlamentarios tendrían que irse a su casa.

Para evitar que se dispare esa segunda bala, algunos congresistas, analistas y abogados están proponiendo que se insista en la vacancia o suspensión del presidente Castillo. Sin embargo, si se cierra el Congreso, ¿qué garantiza que los parlamentarios que ingresarán luego sean mejores, más eficientes y más honestos? Y si se vaca o suspende al presidente, ¿qué seguridad tenemos de que el gobierno que entre sea menos corrupto y más competente?

Es muy complicada la situación política en el Perú. Hay muchos cuatreros y asaltantes de diligencias. Y todo es tan confuso, que a muchos peruanos les resulta difícil saber quiénes son los buenos y quiénes los malos. Ojalá tengamos un final feliz. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.

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