El presidente de Bolivia, Luis Arce, y su antecesor Evo Morales, quienes alguna vez fueron amigos y aliados, hoy son rivales. Ambos aspiran a ganar la presidencia en las elecciones del próximo año y cada uno lidera una facción de la agrupación política dominante, Movimiento al Socialismo (MAS). Sin embargo, los tiempos han cambiado, pues se acabó el denominado “milagro boliviano”, aquel periodo de bonanza económica que ahora parece haber sido una ilusión.
La crisis política, económica y social de Bolivia se agudiza con la escasez de gas y alimentos, mientras que el Sol peruano se ha convertido en su moneda refugio ante la falta de dólares, especialmente en las zonas fronterizas, donde hay gran actividad comercial.
Los analistas señalan, precisamente, a Evo Morales y a Luis Arce como los responsables de la bancarrota que amenaza al país altiplánico, al aplicar el modelo chavista, que ya ha arruinado a Venezuela, gobernada por Nicolás Maduro, y a Nicaragua, bajo la dictadura de Daniel Ortega, quien gobierna su país desde 2007. Resulta risible que gran parte de la izquierda peruana justifique, en vez de condenar, a estos regímenes autoritarios que solo han traído despilfarro, corrupción, desempleo, miseria y hambre.
Bolivia vivía de la exportación del gas a Brasil y Argentina, pero los yacimientos se han agotado y, como no invirtieron en la exploración de nuevas fuentes para generar divisas, ha empezado una crisis que no tiene visos de solución. En la actualidad, el país de Juana Azurduy y Andrés de Santa Cruz no tiene gas ni para mantener la demanda interna.
En lugar de utilizar adecuada y responsablemente lo obtenido por las mayores ventas de gas, el gobierno boliviano se dedicó a ampliar el gasto social e invertir en empresas estatales obsoletas e ineficientes, dejando de lado la exploración en el sector que más recursos le generaba.
El llamado “milagro boliviano”, al que los izquierdistas latinoamericanos señalaban como una esperanza para otros países de la región, está por los suelos. De aplicar el denominado “modelo económico social comunitario productivo”, Luis Arce ha pasado a ser “gestor” de una crisis económica que, según analistas y políticos, está a punto de disparar una nueva ola migratoria como la que experimentó Venezuela, un éxodo de personas decepcionadas ante la falta de empleo y la pobreza.
Hacemos votos para que Bolivia no termine como Venezuela. Y también para que nuestro país nunca llegue a una situación como esta, producto de recetas económicas que, por un lado, propugnan el despilfarro y la pobreza, y, por el otro, proscriben la inversión y el desarrollo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.