Siempre hay una relación causa y efecto. La crisis que actualmente atraviesa Bolivia tuvo su punto de partida en el año 2006, año en que Evo Morales inició su primer gobierno y una de sus primeras decisiones políticas fue la nacionalización de la explotación del gas natural. Han pasado 18 años y ahora Bolivia enfrenta una crisis energética que amenaza con paralizar su economía, que se tambalea después de algunos años de cierta estabilidad.
Evo Morales gobernó durante tres periodos: de 2006 a 2009, de 2009 a 2014 y de 2014 a 2019. Luis Arce, presidente de Bolivia desde el 2020, es considerado artífice del llamado “milagro boliviano” porque fue ministro de Economía y Finanzas Públicas de 2006 a 2017, y posteriormente en 2019. Hoy, Morales y Arce son enemigos. No extrañan estos cismas en la izquierda, ahí tenemos otro ejemplo cercano en Rafael Correa y Lenín Moreno. Y, sin ir muy lejos, en Pedro Castillo y Vladimir Cerrón.
El estallido de la crisis en Bolivia ya se veía venir. En junio se dio la clarinada de alerta con el intento de golpe de Estado del general Juan José Zúñiga, quien era jefe de las fuerzas armadas bolivianas. Este militar comandó un grupo de soldados que, con vehículos blindados, arremetieron contra el Palacio de Gobierno. Sin embargo, le pasó lo mismo que a Castillo en Perú, le dieron la espalda.
Bolivia siempre ha tenido problemas políticos, sociales y económicos por la explotación de sus recursos energéticos. En el 2003, el entonces presidente Gonzalo Sánchez de Lozada promovió un amplio y polémico programa de reformas, en el que destacaba el proceso de capitalización de empresas públicas, que transfirió el 49 % de las acciones de las empresas, entre ellas Yacimientos Petrolíferos y Fiscales Bolivianos (YPFB). El descontento social, provocó una ola de movilizaciones populares que culminó con la renuncia de Sánchez de Lozada y la posterior investidura de Carlos Mesa.
Luis Arce, el sucesor de Evo Morales, se jactaba del “milagro boliviano”, que en apariencia era exitoso, pues Bolivia se convirtió en el país más estable de la región. Sin embargo, era una prosperidad falaz, como aquel periodo de la historia peruana en que los recursos del guano de islas se fueron al agua.
Pero si la prosperidad fue falaz en el Perú durante el gobierno de Ramón Castilla por la corrupción, en Bolivia, además de este factor, incidió la política subsidiaria. Se aplicó la misma receta que llevó a Venezuela a una crisis que obligó a más de 8 millones de personas a huir del desempleo, la pobreza y el hambre. Mañana continuamos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.