El 3 de junio de 1929 se firmó el tratado de límites con Chile que culminó el largo proceso de la indefinida territorialidad de Tacna y Arica. Fueron casi 50 años donde territorios peruanos estuvieron sujetos a leyes extranjeras y que las jóvenes generaciones nacidas en las poblaciones en disputa sufrían por estar obligados a servir al estado invasor que no cumplía con la realización del plebiscito que debió ocurrir en 1894.
Culminada la guerra al ser vencido el último reducto de resistencia el 10/7/1883 en Huamachuco, al Perú no le quedaba otra salida que firmar una onerosa paz con cesión territorial y el 20/10/1883 por el tratado de Ancón se cede Tarapacá en forma perpetua, mientras que Tacna y Arica fueron entregadas por 10 años a condición que un plebiscito decidiera su nacionalidad.
En 1893 se dieron los primeros acercamientos y de ello emanó el protocolo Jiménez – Vial Solar, que después quedó en nada. En 1898 se llegó a un mejor advenimiento y se logró el Protocolo Billinghurst – La Torre donde se sometía las diferencias a la reina regente de España, el Perú lo aprobó, pero Chile solo lo hizo en el Senado demorando su aprobación en Diputados siendo descartado posteriormente.
Después de este episodio vinieron los cierres de los clubes y la clausura de las escuelas peruanas además de los ataques y destrucción de nuestros diarios para culminar con la expulsión de todo el clero de origen peruano.
Ante esta situación el negociador de 1898, llegó a ser presidente del Perú en 1912, el señor Billinghurst consideró reabrir negociaciones con Chile y en un intercambio de telegramas entre el ministro peruano Varela con su par chileno Huneeus se estipulaba realizar el plebiscito sobre Tacna y Arica en 20 años, es decir para realizarlo en 1933. La indignación en el Perú sobre este asunto determinó el descrédito del gobierno y contribuyó a su derrocamiento.
En 1922 se firma un protocolo de arbitraje sometiendo la cuestión Tacna y Arica al fallo del presidente de los Estados Unidos, y cuando emitió su laudo dispuso la entrega de Tarata sin plebiscito, restableció los límites territoriales de las provincias a 1879 y concluyó que el plebiscito debía realizarse no obstante el tiempo transcurrido, validando la negociación Huneeus-Varela de 1912.
En 1925 se estableció la Comisión Plebiscitaria compuesta por un delegado del árbitro norteamericano el general John Pershing, el chileno Agustín Edwards y el peruano Manuel de Freyre y Santander. El general Lassiter reemplaza a Pershing y junto al delegado peruano aprueba su célebre moción que establecía la imposibilidad de realizar un plebiscito libre y justo como lo manda el laudo del presidente norteamericano.
En 1929 se decide finalmente repartir el territorio, Tacna para el Perú y Arica para Chile. Esta cesión no le fue fácil a Chile, porque el territorio que quedaba en poder de los del sur estaban sujetos a condicionamientos: las servidumbres internacionales en el ferrocarril además de su exclusiva propiedad del Perú; el dominio de los acueductos del Mauri y el Uchusuma que permitían que las fuentes de agua quedaban en poder del Perú y compartir la bahía de Arica donde se le daba al Perú las facilidades del más amplio puerto libre, significó gravar el territorio a cambio de una paz perpetua la que no se ha interrumpido.
A 95 años del tratado y protocolo complementario suscrito entre Perú y Chile se demoró la ejecución del puerto libre del Perú en Arica, así como las nuevas instalaciones de la aduana y el ferrocarril sufriendo menoscabo el terreno llamado “El Chinchorro” donde se refugiaron los peruanos durante la campaña plebiscitaria entre 1925 y 1926. Por lo demás la amistad peruano chilena se ha mantenido y ad portas del centenario de su suscripción constituye uno de los acuerdos más difíciles de nuestra historia internacional y el único que como los dijo Leguía “no es un tratado, es una alianza”.
(*) Abogado y excongresista.
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